12 Julio 2010
JOHANNESBURGO.- Mejor jugar feo y ganar que jugar bonito y perder. Esa fue la consigna del seleccionador Bert van Marwijk, que llevó a Holanda a la final del Mundial, la tercera de su historia. Pero la batalla de 120 minutos que terminó en derrota demostró que el "fútbol de resultados" tampoco sirvió.
Tal como ocurrió en Alemania 1974 y en Argentina 1978 con el "fútbol total" del técnico Rinus Michels, Holanda regresa a casa sin título. Pero a diferencia de la "naranja mecánica" este nuevo equipo no tendrá el consuelo de haber marcado un antes y un después en la historia del fútbol.
En la final de ayer se vio a una decepcionante selección holandesa, con menos posesión de pelota, menos ideas y ninguna fantasía. Es más: recurrió con excesiva frecuencia a las faltas para frenar el fluido toque de balón de los españoles.
Como consecuencia, los "oranjes" lograron sus mejores oportunidades de gol en jugadas de pelota parada -casi siempre gracias a Wesley Sneijder- y en algún destello del delantero Arjen Robben. Y a raíz del frecuente recurso a la violencia, siete jugadores holandeses recibieron tarjetas amarillas y el defensor John Heitinga terminó expulsado.
Apoyado en el invicto de 25 partidos que logró mantener hasta ayer, el seleccionador holandés se sintió cómodo para defender el estilo pragmático que reemplazó al famoso "carrusel" de la década del 70. "Hace 30 años había fútbol total y fútbol 'samba'. Pero el deporte ha cambiado, y también el fútbol. Tiene que ver con la mejor forma física, con una mejor organización. Si juegas como antes será más difícil ganar el Mundial", dijo antes del duelo con Brasil.
El problema del "fútbol de resultados", sin embargo, es que sólo se justifica si alcanza sus objetivos. Y esta Holanda de cara nueva y pragmática comandada por Van Marwijk generó temor y respeto entre sus rivales, pero se va de Sudáfrica sin el título y también sin dejar los bellos recuerdos de la "naranja mecánica". (DPA)
Tal como ocurrió en Alemania 1974 y en Argentina 1978 con el "fútbol total" del técnico Rinus Michels, Holanda regresa a casa sin título. Pero a diferencia de la "naranja mecánica" este nuevo equipo no tendrá el consuelo de haber marcado un antes y un después en la historia del fútbol.
En la final de ayer se vio a una decepcionante selección holandesa, con menos posesión de pelota, menos ideas y ninguna fantasía. Es más: recurrió con excesiva frecuencia a las faltas para frenar el fluido toque de balón de los españoles.
Como consecuencia, los "oranjes" lograron sus mejores oportunidades de gol en jugadas de pelota parada -casi siempre gracias a Wesley Sneijder- y en algún destello del delantero Arjen Robben. Y a raíz del frecuente recurso a la violencia, siete jugadores holandeses recibieron tarjetas amarillas y el defensor John Heitinga terminó expulsado.
Apoyado en el invicto de 25 partidos que logró mantener hasta ayer, el seleccionador holandés se sintió cómodo para defender el estilo pragmático que reemplazó al famoso "carrusel" de la década del 70. "Hace 30 años había fútbol total y fútbol 'samba'. Pero el deporte ha cambiado, y también el fútbol. Tiene que ver con la mejor forma física, con una mejor organización. Si juegas como antes será más difícil ganar el Mundial", dijo antes del duelo con Brasil.
El problema del "fútbol de resultados", sin embargo, es que sólo se justifica si alcanza sus objetivos. Y esta Holanda de cara nueva y pragmática comandada por Van Marwijk generó temor y respeto entre sus rivales, pero se va de Sudáfrica sin el título y también sin dejar los bellos recuerdos de la "naranja mecánica". (DPA)
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