Todavía recuerda cuando unos años atrás estaba en un cyber. Era un adolescente que jugaba a los videos con el grupo de amigos. De pronto llegó la Policía al barrio 11 de Marzo. Buscaban a un sospechoso de un delito. Los policías irrumpieron en el local para interrogar a todo el mundo. ¿Nombre? preguntó un policía con cara de pocos amigos. Carlos Alberto Tevez, respondió. "Sí, claro, y yo soy Carlos Bianchi", retrucó el agente descreído. Tuvo que sacar el DNI para convencer al policía de que no era una broma y así lo dejaron tranquilo.
Además de ser homónimo del jugador de la Selección, el tucumano Carlos Tevez también es hincha de Boca. "Mis amigos siempre me cargan por mi nombre, y cuando voy a hacer algún trámite también me preguntan dos veces el nombre. Pero ya estoy acostumbrado", afirma.
No tiene tantos viajes como el futbolista, pero sí varios recorridos por el país. Nació en Tucumán, vivió un tiempo en Santiago del Estero, en el Departamento del Copo, en el límite con Chaco. Después regresó a Tucumán. Pero en el interín viajó cinco años a Neuquén para los tiempos de la cosecha de manzana. "Pero este año fue duro y todavía no puedo conseguir trabajo en la construcción", afirma.
Es ayudante de albañil, un oficio por el que se paga $ 75 por día, aunque algunos -aclara- sólo abonan $ 55. Por esa razón, va y viene de Neuquén, donde la labor de cosechero deja buenos dividendos. Sin embargo, este año debió volver porque nació su hijo, Esteban Nahuel Tevez, que ahora tiene nueve meses.
Por el 0,1%
El viernes, el tucumano cumplió 31 años y sabe que la prioridad es la familia. Parece gambetearle a la vida por un ingreso fijo. Advierte que para subsistir es necesario trabajar en lo que sea. "Cuando la gente me hace bromas por mi nombre, les digo que me gustaría ganar el 0,1% de lo que gana Tevez", admite.
En su época de bachiller, cuando vivía en Santiago del Estero, el Tevez tucumano estuvo vinculado con los medios de comunicación. Hizo una pasantía en el diario "El Liberal", donde cumplió funciones en la sección Archivo.
Esos tiempos quedaron atrás, y así como Tevez, en el Mundial de Sudáfrica, pelea cada pelota como si fuese la última, el tucumano debe "salir a la cancha" para enfrentar el día a día y poder mantener a su hijo y a su esposa, Mónica Rivas.
"Mi mayor sueño es tener un trabajo efectivo y acceder a una casa propia, porque ahora estoy en la casa de una tía", afirma el joven que alguna vez soñó con jugar al fútbol, pero al que el destino lo encaminó hacia otros oficios.