Los vecinos de las vías también esperan el tren

Los vecinos de las vías también esperan el tren

Los que duermen al lado de los durmientes esperan que el retorno del servicio de pasajeros sirva para que los reubiquen lejos de allí.

SOBRE LOS RIELES. Para numerosos vecinos de la capital, el tendido del ferrocarril marca el camino a casa. LA GACETA / FOTOS DE JOSE NUNO SOBRE LOS RIELES. Para numerosos vecinos de la capital, el tendido del ferrocarril marca el camino a casa. LA GACETA / FOTOS DE JOSE NUNO
29 Enero 2010
"Cuestiones de seguridad" es el eufemismo con el que las autoridades refieren a los precarios asentamientos de tucumanos pobres que se instalaron, literalmente, al lado de las vías del ferrocarril. Desde el Gobierno provincial aducen que esas "cuestiones" sin resolver son las que frenan la reactivación del servicio de pasajeros entre San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo. Precisamente, desde Ferrocentral, la empresa que se haría cargo del recorrido, demandan garantías para circular. Y los propios taficeños reclaman seguridad para la estación de trenes de su ciudad.

Ahora bien, los aludidos habitantes de las villas también tienen qué decir. Y ellos, concretamente, también reclaman seguridad: la de ir a vivir lejos de donde están ahora. Es decir, ellos quieren dejar de dormir junto a los durmientes de manera tan ferviente como las autoridades, los taficeños y los empresarios. Sin embargo, reniegan de que las promesas de ayuda, al igual que la del regreso del tren de pasajeros, nunca llegan a concretarse.

Hastiados de promesas

A metros de la avenida Ejército del Norte, donde la Diagonal Heredia corta a la avenida Ejército del Norte, claman por una vivienda lejos de los rieles.

Amanda Pérez, de 48 años, lucha contra esa realidad: es la encargada de convencer a sus vecinos sobre la necesidad de reclamar por un mejor lugar. "Cuando vine, hace ocho años, ya había gente viviendo en las mismas condiciones en las que estamos nosotros", se lamenta.

La mujer comentó a LA GACETA que existía un proyecto del Instituto Provincial de Vivienda y Desarrollo Urbano (Ipvdu) para reubicarlos en otra zona. "Hicieron un relevamiento del lugar y prometieron que nos iban a trasladar a otra parte", recordó.

El proyecto, según explicó, se hizo a medias, ya que los vecinos de enfrente fueron reubicados en otro lugar. "Les dieron casas en un barrio al que le decían 128 viviendas y que está por la Venezuela y Ejército del Norte. Creíamos que nos iban a ubicar en un mejor lugar, lejos del ruido y del peligro que implica vivir a la orilla de la vía, pero no", se quejó.

El afán de buscar otra zona donde vivir llevó a Pérez hasta la sede del Ipvdu. "Hice una nota, la presenté y me dieron un número de expediente. Dijeron que nos iban a tener en cuenta para el futuro. Pero no pasa nada", relató.

Cuando la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, anunció la reanudación del servicio de pasajeros entre la capital y Tafí Viejo, los vecinos de las vías pensaron que, por fin, llegaría el momento de vivir en otro lugar. "Fueron sólo promesas. Parece que creen que nos gusta vivir aquí. Lo que más deseamos es salir de este lugar. ¿Quién mejor que nosotros conoce de los riesgos de vivir así?", inquirió.

El sueño interrumpido

Hace más de una década, Angel Esquivel, de 45 años, vivía en la comuna de Garmendia, en el departamento Burruyacu. "Vine con mi familia. Trabajaba en una empresa que realizaba obras en la ruta 34. Cuando terminamos, me quedé sin trabajo y decidimos venir a la ciudad. Quería tener un lugarcito (sic) en la capital", dijo.

Sin embargo, el anhelo se truncó. "Cuando vinimos, ya había gente que vivía al frente. Esto era todo un yuyal. Tuvimos que desmalezar y buscar escombros para nivelar el piso", recordó. Dormir, según Esquivel, es casi una pesadilla. "Todos los días pasa el tren carguero y la casa tiembla. Nosotros ya nos acostumbramos, pero mis hijos (tiene cinco) lloran porque tienen miedo", subrayó.

"Aquí muchas familias tienen carritos y varios caballos fueron arrollados por el tren. Por suerte, no atropellaron a ninguna persona, pero el peligro es constante", opinó Esquivel, quien vive con su esposa, María Salinas (28).

Griselda tiene 65 años y no quiere que se consigne su apellido. Vive sola, desde hace ocho años. "No tengo otro lugar pero, si me ofrecieran uno, me iría ya. Pero sólo hay promesas", reniega. Su vecina Claudia Gutiérrez (34) también quiere irse. "Quisiera vivir mejor: esto no es un barrio", ironizó.

El exigente

En Marco Avellaneda y España vive, con su esposa y sus dos hijos, Roque (45), quien sí quiere que le tomen una foto pero no que se consigne su apellido.

Dedicado a la venta callejera de embutidos, él no quiere abandonar el lugar porque -aduce- está a pocas cuadras del centro, donde vende sus productos. "Si nos ofrecen otro lugar, que sea cerca. Ya estamos acostumbrados a vivir aquí", expresó.

Idas y vueltas de una máquina que no circula
El tren interurbano de pasajeros que unía San Miguel de Tucumán con la ciudad de Tafí Viejo dejó de circular a finales de 1978.
El 28 de octubre de 2008, en la apertura de los talleres ferroviarios, la Presidenta dijo que el tren rodaría antes de que finalizara el año.
En diciembre de 2008, el gobernador José Alperovich anunció el retorno del tren para enero, pero la fecha fue varias veces modificada.
En mayo de 2009 llegaron al país varias formaciones compradas a España, y se anunció que uno de esos coches se traería a Tucumán.
El 18 de junio, Cristina Fernández presidió desde Salta un acto de lanzamiento del servicio, en simultáneo para varias provincias.
Esa tarde se concretó el único viaje de la dupla Apolo a Tafí Viejo. Desde entonces, la puesta en marcha del tren se postergó varias veces.

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