Miles de víctimas claman por agua y alimentos

Miles de víctimas claman por agua y alimentos

El miedo a la anarquía y a los saqueos frena la distribución de víveres en todo el territorio, donde hay una alarmante falta de seguridad

ESCAPE. Decenas de residentes de la capital haitiana, Puerto Príncipe, huyen tras concretar el saqueo de un mercado. AFP ESCAPE. Decenas de residentes de la capital haitiana, Puerto Príncipe, huyen tras concretar el saqueo de un mercado. AFP
18 Enero 2010
PUERTO PRINCIPE.- Miles de víctimas del devastador terremoto en Haití esperan urgentemente la llegada de ayuda, de agua potable y de alimentos.

Sin embargo, en el lugar de la catástrofe en Puerto Príncipe, el reparto de comida constituye un serio problema. Debido al debilitamiento de las estructuras estatales y de la misión de las Naciones Unidas, Minustah, actualmente no hay una autoridad que esté en condiciones de garantizar la seguridad y el orden.

"Es impensable lo que pasaría aquí si las personas se enteraran de que en un barrio están distribuyendo comida", indicó Brigit Zeitler, del equipo de ayuda alemán de la organización Acción Contra el Hambre (ACH).

Las organizaciones de ayuda humanitaria han adoptado decisiones en los pasados días para conseguir alimentos y cubrir necesidades diarias básicas de las miles de personas que se han quedado sin hogar. La ACH tiene previsto repartir hoy agua por primera vez.

Hasta ahora el Programa Mundial de Alimentos (PMA) sólo ha tenido conocimiento de la distribución de comida en cinco centros: dos campos de fútbol y tres descampados. Ahí se repartieron en un primer momento barritas de cereal y bidones vacíos. El PMA informó que dispone de comida para alimentar a 200.000 personas en los próximos 14 días.

Inseguros

"Las organizaciones de ayuda humanitaria conocen la situación en Haití en circunstancias normales -explica Zeitler-. Todos están inseguros porque no quieren provocar el caos". Un reparto no coordinado podría desatar peleas y en el peor de los casos estallidos de violencia. De hecho ya se han producido los primeros disturbios.

"Todavía no me atrevería a repartir alimentos en grandes cantidades", señaló a su vez RüdigerEherler, del equipo de ayuda alemán de ACH. En los llamados "campos ad hoc", en los parques y en solares, donde miles de personas acampan, no hay ninguna estructura jerárquica que pueda garantizar en calidad de autoridad la seguridad de un reparto.

Incluso la idea de elegir una iglesia para distribuir comida entre los feligreses se presenta problemática. Sólo un 20% de los que acampan ahí pertenecen a la parroquia. Y por la noche el número de personas que busca cobijo se duplica.

Por eso las ONG tuvieron la idea de encomendar a los propios afectados las tareas de retirar su propia basura y ocuparse de la higiene a cambio de dinero. Sin embargo, esto tampoco es posible. No hay posibilidades adecuadas de transporte, lo que supone un problema añadido.

Para los supervivientes, la suciedad en las calles supone un elemento de riesgo que aumenta cada día y que se hace insoportable con el calor.

Más rescates

Los milagros y la violencia se alternaron ayer, con el hallazgo, cinco días después del terremoto, de más personas vivas entre las ruinas de Puerto Príncipe.

Un danés, miembro de la Minustah, fue rescatado con buen estado de salud, luego de permanecer atrapado entre los escombros. "Recién lo rescataron sin un rasguño", declaró un alto responsable de la Minustah, que solicitó el anonimato, al referirse al sobreviviente Jen Kristensen.

Ayer al amanecer, los socorristas habían rescatado a tres personas de entre los escombros de un supermercado: una niña de 7 años, un hombre de 34 y una mujer de 50, que tuvieron la fortuna de verse rodeados de alimentos. Una cuarta persona, un hombre, seguía vivo bajo los escombros a la espera de ser sacado. Estas cuatro personas se suman a los 70 sobrevivientes encontrados hasta ahora bajo los escombros de Puerto Príncipe por los equipos internacionales que trabajan en el lugar, que suman 1.739 socorristas y 161 perros.

Los equipos pudieron llegar al 60% de las zonas más afectadas por el terremoto. La moral de los equipos de socorristas sigue siendo muy buena, a pesar de las dificultades y de las condiciones en las que deben trabajar. En cambio, la situación de las miles de personas desamparadas que vagan por las calles bajo el calor es desesperante, según el Comité Internacional de la Cruz Roja. (DPA-Reuter)

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