Las armas ya están listas

Las armas ya están listas

Punto de vista. Por Silvia Ayuso - DPA.

18 Enero 2010
PUERTO PRINCIPE.- "Combate el crimen: dispara primero". La matrícula del vehículo que circula por Puerto Príncipe con el conservador lema estadounidense no deja lugar a dudas sobre las intenciones de su conductor. En un Puerto Príncipe donde cada día que pasa aumentan las señales de un posible estallido de violencia, son muchos los que tienen ya listas sus armas, un elemento que no falta en casi ninguno de los hogares del país. Tras casi una semana de ausencia total de policías en las calles, se espera el inminente despliegue de los primeros marines estadounidenses en la capital haitiana. Algo que sin embargo no tranquiliza a casi ninguno, sobre todo teniendo en cuenta que muchos vecindarios de la capital pasaron la noche en vela por los disparos ininterrumpidos que se registraron durante horas.
Puerto Príncipe suele estar sumido en un constante bullicio que ahora falta. La gente sigue caminando por las calles, qué otra cosa puede hacer si muchos no tienen adonde regresar después de que el terremoto destruyera sus hogares.  Pero caminan rápido, en silencio y evitando el contacto visual. Y el caótico tráfico que suele hacer intransitable esta ciudad también está casi ausente.
Es una circunstancia que puede deberse a la creciente escasez de nafta, cuyos precios aumentan cada día que pasa, pero también constituye popularmente una primera alerta de seguridad: en Haití los autos son un símbolo de dinero y convierten a sus ocupantes, en forma automática, en una jugosa presa.
En un país donde ni siquiera en tiempos normales se piensa en llamar a la Policía ante un ataque, ahora que la autoridad gubernamental es prácticamente inexistente los vecinos se preparan más que nunca para el caso de que tengan que defenderse por sí mismos.
En Laboulle, un acomodado vecindario de la capital, las imponentes armas que se encuentran en cada casa están ya limpias y cargadas. Los vecinos cavan badenes en sus tortuosas calles. Así, explican, los autos no pueden ir muy rápido, y en caso de ataque es más fácil disparar contra ellos si circulan a menor velocidad.
Realmente nadie sabe decir qué ha cambiado. Pero la tensión se puede cortar con un cuchillo en Puerto Príncipe y combustible para un estallido no falta en la derruida capital haitiana. Es lo que pasa cuando una ciudad de dos millones de personas tiene que aguantar casi una semana con un número desconocido pero elevado de sus habitantes atrapados vivos o muertos debajo de toneladas de escombros, sin techo, sin agua ni alimentos. Y sin saber cuándo llegarán las fuerzas de seguridad y más ayuda, mientras el olor a muerte se extiende implacable.

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