Las caras de la eternidad

Las caras de la eternidad

Por Carlos Páez de la Torre.

17 Enero 2010
El retrato debe ser el género artístico más perspicaz y alarmante. El origen de la palabra es de sobra expresivo: el prefijo re y la voz latina tractus, que es tirar de algo, arrastrarlo. Es decir, sacarlo hacia afuera. Cuando lo toma un creador como Aldo Sessa, el retrato va mucho más allá de la imagen exterior. Arrastra lo que hay adentro, entrega -explícito unas veces, las más semivelado- el rasgo íntimo y oculto.
Los retratos de Aldo inquietan porque sugieren historias que no conocemos. El examen de ese tipo de fotografía provoca un tumulto de preguntas sin respuesta posible. Uno inquiere qué habrá detrás de esa mirada, de ese gesto, de esas manos, de esa apostura. La imagen parece que disfruta al desconcertarnos con señales contradictorias. La pose puede significar exactamente lo contrario de lo que aparenta. En la cara más triste, el escudriño atento puede sorprender un atisbo de picardía; en medio de una red de arrugas, puede abrirse paso cierta lozanía claramente juvenil. La larga mirada a un retrato de Aldo es perturbadora. La mayoría de las veces notamos que la primera impresión no hace más que modificarse a cada rato.
Casi no vale la pena recordar que esa imagen tiene vida propia. Nadie puede evitar que "la trágica erosión de los años" la despegue del sujeto real. Basta que transcurra un poco de tiempo para que el retratado, al mirar la sombra de su ayer, sienta que es otra persona la que registró la cámara. Por fiel que sea una memoria, jamás podrá reconstruir una porción razonable de lo que entonces formaba su mundo interior, su recóndita entretela. Ese que lo mira no es más que un extraño.
El arte de Aldo Sessa convierte a cada rostro en microcosmos de misterios, de evasivas, de preguntas que nadie puede responder. Vistas así, sus maravillosas fotografías, todas ellas únicas, portan una infinita carga de historias ocultas. Armar conjeturas sobre ellas es uno de los placeres que depara contemplarlas, una y otra vez.

Carlos Páez de la Torre - Historiador y periodista. Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.

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