Una folclorista que cruzó empalizadas

Una folclorista que cruzó empalizadas

Sergio A. Pujol - Historiador.

05 Octubre 2009
 Cada vez que Mercedes Sosa canta una zamba, la impresión de que está interpretando la especie que mejor le cabe se nos hace contagiosa: ella es la voz de nuestro folclore. Sin embargo, para los que fuimos rockeros en tiempos de la última dictadura, Mercedes fue y será siempre la folclorista que se atrevió a cruzar las empalizadas de los géneros, acercando así posiciones cuando la sola idea de acercamiento - físico, social, cultural- podía ser vista como un gesto de desobediencia civil. La recordamos cantando en el Teatro Ópera de calle Corrientes, en el regreso del 82. Entre el bandoneón de Rodolfo Mederos y el piano de Charly García, aquella Mercedes trascendía, tanto musical como moralmente, a todas las anteriores. Es seguro que no cantaba mejor que la intérprete de Ariel Ramírez-Félix Luna; definitivamente, no superaba a la maravillosa exégeta vocal de la obra de Atahualpa Yupanqui (ese disco con canciones de don "Ata" es una joya de la cultura musical argentina). Pero sí interpretaba como nadie lo había hecho antes, ni siquiera ella misma. Cantaba tan dispuesta a entregar su arte a otras músicas como a sacar lecciones de ellas. Por eso hoy, cuando registra un álbum con duetos de todo tipo -algunos brillantes, otros un tanto opacos -, nos alegramos de su fuerza centrífuga y de su mirada abarcadora. Mercedes siempre será la voz de nuestras canciones. De todas.

Comentarios