Una fiesta de las cosas simples

Una fiesta de las cosas simples

Dardo Nofal - Periodista y escritor. Video entrevista

Mercedes Sosa y el bombo según la lente de artista de  Annemarie Heinrich. Mercedes Sosa y el bombo según la lente de artista de Annemarie Heinrich.
05 Octubre 2009
Lo que haya de venir, aquí lo espero/ cultivando el romero y la pobreza/ aquí de nuevo empieza/ el orden, se reanuda/ el reposo, por yerros alterado/ mi vida humilde y por humilde, muda/ y Dios dirá que está siempre callado".

Este poema del español Miguel Hernández, poeta casi analfabeto pero tan volcánico, crepitaba en el corazón de Mercedes Sosa (para su familia y para nosotros Marta, por decisión de su madre, Doña Ema, que había torcido el padre, don Tucho, en el Registro Civil). Cada vez que "Marta" llegaba a Tucumán por aquel ya viejo tiempo de los 70, con su entonces marido, representante y orientador musical, el jazzman Pocho Mazzitelli, no dejaban de darse una vuelta por mi casa. Era una fiesta de la intimidad, de "las cosas simples", como diría Tejada Gómez.  Todavía el gran triunfo no la había invadido como un viento loco, glorioso, furioso y ciego, que convirtió sus días en viajes que le cambiaban husos horarios y climas cada día. Podía estar hoy en Brasil y 48 horas después, en la congelada Moscú. Pero siempre volvía para el abrazo, las risas, los enojos y las empanadas de doña Ema. Mazzitelli era el que ponía orden y racionalidad en esos tiempos tan repletos de agendas. Porque él era un tipo sereno, lúcido y enamorado. Ella, un torbellino que sólo entraba en trance profundo cuando su corazón y su voz se enfundaban en una canción melancólica o en una zamba. Ahí era música, sólo música. Muchas veces pensé, de oírla nomás, que cuando cantaba era un regreso a las mañanas del pasaje San Roque, donde vivieron los Sosa primero, y los arbolitos que serpenteaban en el barrio Jardín más tarde. Y en cada tono que alcanzaba su voz prodigiosa, con naturalidad de milagro, respiraba en silencio su madre.
Mercedes Sosa consiguió ahora la eternidad, esa que tiene constancia y sustancia cuando se instala en la memoria y la emoción de generaciones. Allí no hay olvido. Tampoco ilusión. Es inmortalidad como un pacto sutil entre seres humanos.


Comentarios