Amenazas al viento

Alperovich prometió sanciones a los que no exporten azúcar, pero no hay elementos para exigir tal medida. Por Fernando García Soto -Redacción LA GACETA.

29 Junio 2009

Tal vez porque se encontraba en plena campaña electoral, o porque se dejó llevar por su temperamento, el gobernador, José Alperovich, salió recientemente a amenazar a los ingenios tucumanos que no exportan. Luego de haber recibido en su despacho a los empresarios azucareros -industriales y cañeros- que pactaron una exportación durante la presente campaña que podría alcanzar el 45% del azúcar que se produzca, el mandatario convocó a la prensa que pasilla la Casa de Gobierno para advertir que el Estado provincial disponía de las herramientas necesarias para sancionar a los ingenios que no vendan al exterior. Alperovich fue más allá aún, y advirtió que serían las propias instituciones azucareras las que actuarán en pos de que se cumpla este objetivo. Todo muy grandilocuente y bastante efectista, pero la verdad es que nadie puede obligar a exportar en este país. De manera que la iniciativa se mantiene en el plano de los voluntarismos, como siempre, y depende de la actitud responsable (o no) que asuma el conjunto de los factores de la actividad.
Al referirse a los ingenios que no están enviando azúcar al exterior, Alperovich acusó, en forma despectiva, a "dos o tres vivos". Luego, funcionarios del Ministerio de Desarrolo Productivo deslizaron que la máxima autoridad de la provincia se refería -sin nombrarlos, claro- a los ingenios La Corona, La Trinidad y Santa Rosa.
¿Por qué se le habrá ocurrido al mandatario advertir a estas empresas? Sin dudas, fue en respuesta a una queja que le plantearon los azucareros del CART, que sienten que no todos los ingenios "ponen el hombro" de manera equitativa en este derrotero que encaró el sector para tratar de mantener equilibrada la oferta y la demanda de azúcar en el mercado interno. Pero aparentemente no sería del todo exacto que estos ingenios no exportan. Según fuentes de la actividad, Santa Rosa no se suma a los acuerdos sectoriales y directamente comercializa su azúcar en el mercado interno. Pero La Corona, que forma parte del comité ejecutivo del Centro Azucarero Argentino, en realidad está exportando a través de la estructura el ingenio Ledesma, de Jujuy. Sin embargo, la queja de los industriales del CART se asienta en que esta empresa estaría liquidando las exportaciones a sus cañeros no con dinero, sino con azúcar. Esta modalidad, según entiende la mayoría, atenta contra el concepto de que el proceso exportador debe coadyuvar a financiar la zafra y servir, además, para retirar azúcares del mercado nacional con el objeto de favorecer una mejora en el precio interno del producto. El tercer ingenio cuestionado es La Trinidad, pero extrañamente esta fábrica sí suscribió el acuerdo exportador y sí está vendiendo al exterior. No obstante, los industriales del CART temen que una vez que el precio interno del azúcar alcance valores rentables -cerca de los $ 80 por bolsa de 50 kilos- la empresa que administra esta planta abandone la actitud comercializadora que promueve el conjunto de la industria para volcarse a vender azúcar al mercado interno. O sea, se la cuestiona hoy "a cuenta" de lo que se cree podría pasar en el futuro. Un dato curioso: cuando mencionan los ingenios que no se integran a las decisiones corporativas, los industriales tucumanos nunca se olvidan del San Juan, la que sería entonces la cuarta fábrica azucarera en discordia. Sin embargo, los funcionarios del Gobierno que comentaron sobre la reunión entre Alperovich y los impulsores de la exportación de azúcar no incluyeron a este ingenio en la nómina de los amenazados por el gobernador.
La posición de que el azúcar que se destine a la exportación este año sea entregada a los productores surgió como iniciativa de la agrupación Cañeros Unidos del Este (CUE) que, al igual que el Centro de Agricultores Cañeros de Tucumán (Cactu), proponen ser ellos mismos y no los ingenios los que dispongan el destino de su producción. La dirigencia de CUE asegura que el problema radica en que los ingenios pretenden pagarle al cañero un precio que no arregló y con cheques que no tienen garantía de su efectivización. De esta forma, como son documentos de pago diferido, los productores se ven en la obligación de vender sus blancos a precios de quebranto para sostener su cosecha. CUE afirma que esta situación fue puesta a consideración de las autoridades del Ministerio de Desarrollo Productivo, quienes les respondieron que no pueden hacer nada en forma oficial al respecto, ya que los tratos comerciales se realizan entre las partes. En otras palabras, el Gobierno no puede ni pretende salir de garante de nada ni de nadie, de manera que no puede intervenir en forma directa en el negocio azucarero, más allá de propiciar algún control de Rentas o de la Secretaría de Trabajo en las empresas que atenten contra el bienestar del conjunto.
Es claro que el propósito de exportar para equilibrar el mercado interno es más que razonable, pero la iniciativa  aún debe superar los escollos internos en la industria azucarera y una historia reciente que condena el accionar irregular de los ingenios en su trato comercial con los cañeros.
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