Sobre el escenario, olvidaron dificultades y limitaciones

Pacientes con discapacidad mental interpretaron la obra sinfónica "Pedro y el lobo". Los "actores" disfrutaron su trabajo tanto como los aplausos que llegaban desde la platea. El sonido y el relato los contienen.

COMO AUTENTICOS ARTISTAS. El elenco de 35 personas de 15 a 60años que concurren a la clínica San Gennaro despertaron un cerrado aplauso. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI COMO AUTENTICOS ARTISTAS. El elenco de 35 personas de 15 a 60años que concurren a la clínica San Gennaro despertaron un cerrado aplauso. LA GACETA / JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
29 Mayo 2009
Estaban felices, excitados, satisfechos con su trabajo y con el reconocimiento de familiares, vecinos, amigos e invitados que aplaudían desde la platea. Más de 35 concurrentes a la Clínica San Gennaro -que recibe a personas con discapacidades mentales- ofrecieron una función de la obra de Serguéi Prokófiev "Pedro y el lobo", ayer en la sala Caviglia, en el marco del V Mayo de las Letras que termina hoy.
Separados en cuatro grupos, con la cara pintada y disfrazados de patos, gatos, cazadores y pájaros exhibieron su talento y sus emociones con total soltura. Tienen entre 15 y 60 años, y arriba del escenario nadie recuerda qué dificultades tiene. Incluso, una mujer en silla de ruedas fue parte del elenco. Para desplazarse sobre las tablas, contó con la ayuda de una maestra que empujaba la silla.
Los nervios del principio se esfumaron. Las corridas entre bambalinas y la ansiedad por ver quiénes se encontraban en el público y que los llevaba a espiar por rendijas de las cortinas, desaparecieron cuando el telón se levantó.
Una voz en off comenzó el relato y en escena aparecieron el lobo, Pedro y su abuelo. Como auténticos actores, inmersos en sus personajes, olvidaron a las más de 100 personas que constituían el público.
"Venimos trabajando desde hace un año y esta es la segunda puesta que hacemos. El estreno se hizo en diciembre y los resultados fueron tan buenos, que repetimos la experiencia", contó Noemí Comba, musicoterapeuta y responsable del área de Extensión de la clínica.
Por medio del juego que se generó con la obra, el grupo comenzó a crear situaciones, a cambiar de roles, a reforzar vínculos y a incorporar los conceptos de tiempo y espacio. "La construcción de la noción de tiempo y espacio es una tarea muy ardua que, con los ensayos y la técnica, se consiguió", explicó Comba.

Espontaneidad
Para que nadie olvidara ni una pequeña parte de los movimientos, lo que podría causarle alguna incomodidad en el escenario, entre los actores se movían unos pocos guías, también disfrazados, que les recordaban cómo seguía la obra. No obstante, eso no fue impedimento para que la espontaneidad tuviese su lugar, mediante comentarios y exclamaciones. Por ejemplo, cuando el lobo gritó: "¡Humo!", al ver que de una máquina salía una especie de neblina blanca. "Nunca se había hecho un trabajo así con este grupo (son los que sufren el mayor nivel de discapacidad) y nos sorprendió el resultado: disfrutaron ser protagonistas; algunos reconocieron los momentos de cada acción por medio del ritmo de la música y del timbre. Además, se sintieron cómodos, porque se les brinda contención desde lo sonoro y desde el relato", explicó la psicomotricista, Teresa Dragone.

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