La carta quedó olvidada en el correo. La dirección, en avenida Mitre 1.125 no existía. Claro, la avenida Mitre dejó de llamarse así desde 1991, cuando la intervención decidió honrar a la colectividad libanesa y, desde Sarmiento al norte, pasó a llamarse República del Líbano. Lo mismo pasó con avenida Salta que, también desde Sarmiento al norte, comenzó a ser llamada República de Siria.
En Tucumán son muchos los ejemplos de calles, pasajes, avenidas o lugares públicos que de un día para otro cambian de nombre. O bien, a los que el inconsciente colectivo les modifica la denominación, adecuándola a la que todos conocen.
Así, por ejemplo, la gran mayoría de los tucumanos aún hoy sigue diciendo dique El Cadillal, aunque desde hace varios años se llame Celestino Gelsi. Algo parecido ocurre con el parque Guillermina, que tuvo otro nombre, Batalla de Tucumán, y que ahora volvió a su antigua denominación.
Un ejemplo insólito es el de la avenida que corre paralela al sector oeste del parque 9 de Julio. De un lado, el tramo de circulación sur-norte, se llama avenida de Los Próceres. De la otra mano se denomina Alberto Soldati, en honor al fundador del paseo más importante de la capital.
Confusiones
La arquitecta Isabel del Carmen Salas, directora de Planificación Urbanístico-ambiental de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, opinó que muchas veces los cambios de nombre confunden.
"La idea es siempre recordar a próceres o a personas cuyas cualidades merezcan ser resaltadas, pero muchas veces se choca con la memoria y la gente prefiere seguir usando la antigua denominación", explicó.
Otro caso extraño es el de la avenida Francisco de Aguirre. Según el libro "San Miguel de Tucumán: las calles y sus nombres", de los periodistas Ventura Murga y Carlos Páez de la Torre, en 1968 estaba en la zona de San Cayetano; luego ese nombre fue utilizado para el sector de la avenida Mate de Luna que iba desde Juan Luis Nougués hasta Camino del Perú. Después se llamó así a la primera paralela al sur de la actual Francisco de Aguirre. Y por último recibió ese nombre la avenida actual, que antes se denominaba Las Bases, nombre que aún se le sigue dando en muchos casos.
Límites a los antojos
La concejala Ana Mónica Beverina advirtió que, por ordenanza, ya no se pueden cambiar los nombres de las calles o de los lugares públicos; sólo se pueden imponer nuevas denominaciones justamente a las calles nuevas. "Hubo un proyecto para cambiar el nombre de un tramo de la avenida Roca por el de Amado Juri, pero no fue aprobado justamente porque la ordenanza lo prohibía. Se le puso ese nombre a otra calle", indicó. "Se sabe que muchas veces se pone una denominación por ordenanza, pero la costumbre hace que se recuerde otro. Administrativamente eso no tiene solución", dijo la concejala. Como idea, Beverina expresó que no sería malo que cada municipio pudiera tener autonomía y colocar, por ejemplo, nombres de árboles o flores (como en Yerba Buena), números (cómo en Villa Mariano Moreno), próceres (como en San Miguel de Tucumán), colores u otras alternativas. Pero posiblemente, como demuestra la experiencia, volveríamos a llamarlas por su antiguo nombre. Es que la memoria colectiva siempre sobrevivirá por encima del trámite administrativo del bautismo de una calle.
Los caprichos más clásicos e insólitos
Tal vez los casos más emblemáticos entre los cambios de nombres que nunca pasarán de ser más que un cartel son los de la peatonal Mendoza, que aunque casi nadie lo sepa, ahora se llama Isauro Martínez, y el de la peatonal Muñecas, que se denomina Celestino Gelsi.
La Quinta Agronómica se denominó en un principio Localizaciones Universitarias. Luego recibió el nombre de Víctor Alberto Villalba, un estudiante que murió allí durante el "Tucumanazo", en 1972. Ahora simplemente se la conoce como Quinta Agronómica.
La ruta 38, desde Ojo de Agua hasta Famaillá, pasó a denominarse 301, pero nadie la llama de esa manera, ya que le siguen diciendo 38, o directamente "La ruta de la muerte".La avenida Francisco de Aguirre es llamada Las Bases por la mayoría de la gente.
El dique El Cadillal se llama, en realidad, dique Celestino Gelsi, pero nadie le dice y tal vez nunca le dirá dique Gelsi.
DECIDEN LOS VECINOS
La ordenanza 1.860 y su modificatoria, 2.023, de la capital tucumana establecen:
1º.- Prohíbese el cambio de nombre a calles, pasajes, avenidas, plazas, plazoletas, parques y paseos públicos en el municipio de San Miguel de Tucumán, salvo en los casos en que habiendo mediado modificación tuviera como único objeto restituir su nombre de origen cuando por su uso arraigado, o la costumbre o el rechazo de los vecinos así lo hiciera aconsejable.
2º.- Sólo se podrán imponer nombre a calles, pasajes, avenidas, plazas, plazoletas, parques y paseos públicos que carezcan de él.
3º.- Para la imposición de nombres de personas, en todos los casos, acompañarán al proyecto de Ordenanza los antecedentes de la persona propuesta, indicando especialmente la incidencia de su vida y obra en el logro del bien común. Se tendrá preferencia por las personalidades relevantes que lucharon por la democracia y la independencia de los pueblos del mundo, y particularmente de América Latina.
4º.- Aun tratándose de personas reconocidas por su importancia en el mundo entero, sólo podrá imponerse su nombre post mortem.