Un mundo diferente

Un mundo diferente

Punto de vista. Por Katrin König y Thomas Fritz - Periodistas alemanes.

18 Enero 2009

Ha llegado la revolución. Después de dos períodos de poder republicano en la Casa Blanca, años que han marcado profundamente a la opinión pública acerca de EE.UU. en todo el mundo, Barack Obama parece representar la ruptura con las políticas coloniales y militares a las que estábamos tan acostumbrados, no solamente desde el otro lado del océano. Cada generación tiene derecho a su revolución: nosotros, los alemanes, tuvimos los años 68, la Revolución Verde, la caída del Muro.
Ahora deberíamos mirar con asombro y respeto hacia América del Norte, donde más de 62 millones de votantes han logrado alejar a los halcones del poder. Aquellos políticos cuyo currículum, como él de McCain o de Bush, suelen presentar un historial militar. De ahí que nos causa una enorme alegría observar cómo el que toma ahora las riendas ha sido asistente social en los barrios pobres de Chicago, y ha visto y vivido personalmente la miseria de las grandes ciudades.

La herencia
Ahora bien, Obama tiene la herencia más pesada que se puede imaginar: un presupuesto arruinado en el propio país, una economía destrozada. La imagen de los norteamericanos igualmente en el suelo, debido a la arrogancia y la actitud pérfida y fundamentalista del "salvador todopoderoso", exhibida por un ex alcohólico acomplejado. Miles de soldados norteamericanos involucrados en una guerra desesperada. Sin embargo, queremos creer en el cambio, quizás no tan drástico y tan rápido como algunos esperan, pero sí un cambio de pequeños pasos. Ya para que un Obama haya podido acceder al poder, han tenido lugar algunos milagros: lo ha logrado gracias al entusiasmo de la gente, no por depender de grupos de presión como una familia Bush. Esto hace pensar que Obama tiene un juicio más independiente, más libre. Claro, frente a una administración republicana arraigada, tendrá que proceder con cuidado, a la vez que con consecuencia.
Los norteamericanos, desde los atentados del 11 de setiembre, están sensibilizados, conscientes de que ellos son también vulnerables. Bush ha reaccionado como un tigre encolerizado, atacando al mundo y buscando la venganza, justificándose en luchar contra el Mal: cualquiera que no esté con nosotros es nuestro enemigo. Obama sabe que el mundo no es tan simple, y si bien es probable que siga luchando con similar persistencia en contra del terrorismo, quizás sea capaz de no hacerlo con un ímpetu tan fundamentalista, y que matice más.

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Como un compañero
Lo que los europeos intuímos es que Obama se encontrará con nosotros en un nivel más igualitario, más como un amigo o, al menos, un compañero. Lo cual significa, a la vez, más responsabilidad para el Viejo Continente: en vez de dejar actuar a Norteamérica como policía global y sentirnos como su apéndice, tendremos que emanciparnos e involucrarnos más. Ojalá la ONU también vuelva a tener más peso. Especialmente los alemanes esperamos de Obama que convierta en realidad sus promesas en cuanto a las energías renovables o al Protocolo de Kyoto. Que sea más humano, más social, más inteligente que Bush. Por cierto, no podemos convertirlo en un mesías. El no podrá cambiar de un día para otro estos tiempos marcados, entre otras cosas, por un desnivel económico y social total de un país a otro (o incluso dentro del mismo país), por la explotación del Tercer Mundo, el poder de la industria y la destrucción del Medio Ambiente. Pero le deseamos toda la suerte posible para poder iniciar un nuevo camino. Queremos creer que este camino de respeto y esperanza no sea un espejismo, sino la base para un mundo diferente.

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