Accesorios de la vestimenta

Normas vigentes en los comienzos del siglo pasado. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

EL BASTON. Por muchos años, fue de uso generalizado. Así se lo percibe en esta foto de 1913. Sentados, el gobernador Ernesto Padilla, al centro, y su ministro Gustavo Silvetti, a la derecha. De pie, el senador Ramón Paz Posse. EL BASTON. Por muchos años, fue de uso generalizado. Así se lo percibe en esta foto de 1913. Sentados, el gobernador Ernesto Padilla, al centro, y su ministro Gustavo Silvetti, a la derecha. De pie, el senador Ramón Paz Posse.
28 Noviembre 2008

Causa sonrisa y asombro examinar las normas sobre accesorios de la vestimenta que regían en las primeras décadas del siglo XX. El “Código Social Argentino”, de Sara H. Montes, 3a edición, 1922, permite enterarse de algunas de esas normas. Por ejemplo, las referidas a las alhajas. Prescribía que estas deben “guardar relación con la edad, no sólo en tamaño y riqueza, sino también en el momento en que se llevan”. Advertía que “el uso de las piedras brillantes está reservado a las damas”. En cuanto a los caballeros, sus anillos, gemelos u otros accesorios “deben llevar piedras sin brillo y, en caso de usarse las otras, deben ser pequeñas”. Respecto de los anteojos, los “impertinentes” y el monóculo, “se consideran de uso general, pudiendo llevarse en cualquier momento”. En cuanto al bastón -que integró la vestimenta masculina elegante hasta fin de los ‘20- “se lleva en la calle, en recintos abiertos y en paseos”, como principio general y, por cierto, en todo momento si se lo usa por “una dolencia o un defecto”. Solamente “en los teatros o salas de espectáculo de segundo orden se penetra con bastón”. Pero, para ingresar a la sala de una casa, “se lo deja afuera, junto con el abrigo o el sombrero”. En esos tiempos, para protegerse del sol, las damas cargaban una sombrilla. De acuerdo con la etiqueta, la sombrilla “no se lleva de noche, pues su uso termina con las horas del día”. Se podía acudir con sombrilla a una visita, pero se la debía dejar “en la antesala o sitio apropiado”. El abanico era “un complemento del tocado, y en tal concepto su uso es arbitrario”, pudiéndolo llevar “en cualquier circunstancia”. Los sombreros de las damas solían tener velo sobre la cara, y los de las que estaban de luto llevaban adosado un crespón. El “Código” establecía que “el velo, cualquiera sea la causa que motive su uso, se lleva únicamente en las horas de día” y, en las visitas, “se levanta el velo en todos los casos”. En cuanto al crespón, “se lleva puesto durante el día y de noche se levanta”. En las visitas oficiales se permanece con crespón, pero “en las de carácter social se levanta un vez que se ha entrado en la sala”.

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