Un nuevo escándalo envuelve al fútbol argentino a partir de los allanamientos ordenados por el juez federal Norberto Oyarbide, ante la presunción de que una organización adultera pasaportes para que jugadores de nuestro país puedan acceder al mercado europeo a través, fundamentalmente, de Italia. Los procedimientos, a cargo de Gendarmería Nacional, ya suman más de 40 detenidos, los que están sospechados de haber participado de la delictiva operación. El tema adquiere características preocupantes debido a la gran cantidad de deportistas que podrían estar involucrados, de manera directa e indirecta, en un asunto que cuenta con serios antecedentes y que, periódicamente, queda en exposición ante la opinión pública.
El magistrado, que investiga los delitos de “falsificación de documento público” y “asociación ilícita”, ordenó los allanamientos tras una denuncia presentada por el cónsul general de Italia en Argentina, Giancarlo Curcio, que dijo que le habían falsificado la firma y le habían adulterado documentación para que varios futbolistas argentinos pudiesen acceder al fútbol europeo a través de una doble ciudadanía.
Por el momento, los allanamientos se centraron en Capital Federal, provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Sedes de clubes, registros civiles, estudios jurídicos y contables, gestorías, escribanías, imprentas y casas de fotocopiadoras fueron sitios donde la Justicia puso su atención. Propios y extraños observan el asunto con atención, mientras las implicancias del caso aún no tienen una dimensión concreta.
Esta red de mafia en el fútbol, en la que se mueven cifras importantes, pone al desnudo una práctica que aún no puede ser desterrada, pese a los intentos. Se sabe que numerosos jugadores, sobre todo argentinos y brasileños, suelen tramitar la doble nacionalidad de algún país de la Unión Europea cuando son vendidos a clubes del Viejo Continente o incluso previamente a que se efectúe la transferencia. Eso evita que las respectivas organizaciones deban contabilizarlos en el cupo del que disponen para futbolistas extranjeros.
La investigación que cobró impulso con el tema de los pasaportes italianos falsos tiene como antecedente un escándalo desatado en Europa hace unos 10 años, con el caso del volante Juan Sebastián Verón, cuando jugaba en Lazio. Verón fue absuelto por la justicia deportiva y por la ordinaria. Pero el caso sentó un precedente que por estos días volvió a ser puesto en consideración, pese a que hubo quienes negaron relación entre el nuevo caso y el anterior.
Una de las diferencias entre ambas es que esta vez se habla de una organización delictiva en la que están involucrados varios clubes y representantes; otra es que en esta oportunidad, aparentemente, hay una gran cantidad de futbolistas juveniles afectados. Esto último no es casual: la creciente “industria” que se mueve alrededor de la nacionalización de jugadores extranjeros en Europa involucra a muchos países: están los que necesitan de jóvenes talentos y los que pueden proveerlos. Ante el desfase económico de uno y otro ámbito y ante la necesidad de apurar los tiempos para contar con beneficios más rápidos, cada día se hacen gestiones más urgentes para incorporar futbolistas aún en formación. El mundo de oportunidades que se ofrece es demasiado tentador y muchas veces no se miden los riesgos para llegar a él.
Con un panorama como el planteado, resulta saludable ver que la Justicia decidió intervenir. No hay que olvidar que quienes delinquen en casos donde se involucra a personas nunca ven, justamente, el grado de afección a la condición humana que provocan.