"El vínculo entre el peronismo y la Iglesia fue casi una unión familiar"

"El vínculo entre el peronismo y la Iglesia fue casi una unión familiar"

Loris Zanatta habla de política y creencias.

EXPERTO. Zanatta participará de las II Jornadas de Historia de la Iglesia. LA GACETA EXPERTO. Zanatta participará de las II Jornadas de Historia de la Iglesia. LA GACETA
12 Mayo 2008
"A través de la relación entre el peronismo y la Iglesia, un historiador de la política puede medirse con algunos grandes temas de la historia contemporánea, especialmente en los países de raigambre católica y más allá de las peculiaridades argentinas: entre ellos, las dificultades de la transición de la unidad religiosa al pluralismo político, la tendencia del imaginario religioso tradicional a manifestarse en la política moderna por medio de religiones políticas como el peronismo, la dificultad de la afirmación de los derechos individuales frente a la extraordinaria resistencia de una concepción comunitaria de la sociedad", afirma el historiador Loris Zanatta.
Especialista en la relación entre el peronismo y la Iglesia Católica, el catedrático de la tradicional Universidad de Bologna (Italia) participará en las II Jornadas de Historia de la Iglesia en el NOA, que se llevarán a cabo en la UNSTA entre el viernes y el domingo próximo.

- El vínculo que establece el primer peronismo con la Iglesia, ¿es un vínculo "utilitario", por llamarlo de alguna manera. O es, en cambio, un vínculo "por convicción"?
- Diría que no es nada "utilitario", ni fruto de la "convicción", si es entendida en sentido racional; diría que el vínculo entre el primer peronismo y la Iglesia es "natural", como suele ser natural una íntima relación entre una madre y su hijo, por lo menos durante el período de la infancia. En muchos aspectos el primer peronismo fue para la Iglesia y se percibió a sí mismo como el movimiento social y político que plasmaba el nuevo orden cristiano tan invocado por las autoridades de la Iglesia. Con la Iglesia, por otra parte, compartía una doctrina organicista y corporativa, la pretensión de monopolizar la identidad nacional, la rabiosa reacción contra la tradición filosófica y política iluminista y racionalista. De hecho, el peronismo terminó rompiendo con la Iglesia, nunca con el catolicismo como fuente inspiradora e identitaria.

- ¿Cómo juega, en el armado de ese vínculo, la presencia de la Democracia Cristiana en el escenario internacional?
- El armado de ese vínculo explica la ausencia de una democracia cristiana en la Argentina. Cuando nació, de hecho, encontró su lugar ocupado por el peronismo. Como la española, la Iglesia argentina no concebía el nacimiento de un partido político que reivindicara la representación de los católicos: si la Nación era católica, entonces el catolicismo no podía encerrarse en un partido, sino que debía aspirar a ser doctrina de la Nación misma en su totalidad; como el franquismo, y, a pesar de las diferencias, el peronismo pretendía ser el movimiento que realizaba el reencuentro entre la Nación y su esencia católica costruyendo un Estado católico, por lo tanto no podía ni concebir que la Iglesia favoreciera el nacimiento de una democracia cristiana que le hiciera concurrencia. La fuerza de la democracia cristiana en la Europa de la posguerra era el reflejo del encuentro de los católicos con la democracia representativa y el pluralismo político y del trágico fracaso de su intento de catolicizar los fascismos. No fue el caso de la Argentina peronista, donde la Iglesia y el régimen no se resignaron al fisiológico pluralismo de las sociedades modernas y siguieron reivindicando, cada uno para sí mismo, el monopolio de la legitimidad politica o espiritual.

- ¿Cuáles son aquellos momentos de la historia argentina en los que la Iglesia ha estado en una situación de mayor cercanía con el poder político?
- Es difícil decirlo, porque es imposible medirlo. Diría, sin embargo, que después del golpe del 4 de junio de 1943 y hasta comienzos de 1945, la Iglesia estuvo tan cerca del poder que casi se podría decir que estaba en el poder: el régimen que intentaron crear los militares se asemejaba mucho, en sus bases doctrinarias y en sus finalidades políticas, a un orden autoritario y clerical. La Iglesia, por otra parte, mantuvo un extraordinario poder político, un poder de veto me animaría a decir, en las dos décadas después del golpe que derrocó a Perón en 1955, que no fue un triunfo del Estado de derecho y de sus actores, sino de las fuerzas corporativas que desde entonces vigilaron aun más que antes sobre el camino del país: la Iglesia y las Fuerzas Armadas.

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