A las 20.15 se abrieron las puertas del Club Central Córdoba; Emilia Varela, una salteña de 21 años que desde hace bastante tiempo vive en Buenos Aires fue la primera en entrar al estadio vacío; presa de la euforia, no quiso detenerse a charlar con LA GACETA porque temía perder el lugar con el que había estado soñando desde que había comprado su entrada para el show de Andrés Calamaro en Tucumán: al frente del escenario, muy cerca de la monumental estructura. Antes de entrar, Emilia se había declarado fanática del cantante, y había contado que lo vio por primera vez a los 13 años y que trata de no perderse ninguna de sus presentaciones. Y debe ser cierto, porque en la misma entrada, el periodista especializado Bebe Contepomi la reconoció y la saludó por su nombre cuando entró rauda al club.
Detrás de Emilia, un nutrido grupo de fanáticos pasó cantando y agitando sus banderas, y se ubicó en el lugar de privilegio, al frente del escenario. En apenas media hora, más de un tercio de las instalaciones estaba ya lleno de entusiastas seguidores de Calamaro, mientras en las boleterías se seguían vendiendo entradas.
Pasadas las 22.30, más de 10.000 personas cantaban y aplaudían en el interior del club, mientras que en la calle la fila de los que aún no habían ingresado se extendía por más de una cuadra y media.
Finalmente, a las 22.52 se encendieron las luces del escenario y comenzó el show. Se escuchó una introducción a cargo del acordeón, mientras sobre las cinco pantallas de video colocadas en el escenario se proyectaban imágenes de lenguas humanas en diferentes situaciones (con piercing, en besos). E inmediatamente, la fiesta: Calamaro, la banda, integrada por Candy Caramelo (bajo), Julián Kanevsky y Diego Gallardo (guitarras), el Niño Bruno (batería), Tito Dávila (piano y órgano) y dos integrantes de Bersuit, Daniel Suárez y Cóndor Sbarbatti, recibieron una ovación. El cantante y los músicos comenzaron con "El Salmón" y a continuación interpretaron "Los chicos" mientras que desde todos los sectores del club llegaban los cantos, los gritos y los aplausos de la multitud.
Al cierre de esta edición continuaba el espectáculo, cuya duración estba prevista en alrededor de dos horas.
Esperando al "Salmón"
EL PRIMERO. Pablo Mendoza vino desde Leales y al mediodía ya estaba en la vereda del club para asegurarse una buena ubicación. Llegó el lunes desde su ciudad natal y trató de conseguir un autógrafo del cantante antes del recital, pero no lo logró
ENTUSIASMADOS. Seis chicos que viajaron desde Santiago del Estero habían decidido llegar a las 15 para no pasar sofocones, pero a causa de los cortes de ruta por las protestas de los productores agropecuarios recién estuvieron en el club pasadas las 21. De todas maneras se mostraron entusiasmados con sus banderas y sus remeras, y lamentaron que este tipo de espectáculos no llegue a su provincia.
SALTEÑOS. Guadalupe consideró que la mejor manera de festejar su cumpleaños número 18 era en el recital de Calamaro; por eso no dudó en viajar desde su provincia con sus amigos Fernando y Jimena (foto).
11 AÑOS DESPUES. Daniel Norbi dijo que recordaba perfectamente la primera vez que vio a Calamaro: fue en el Club Caja Popular cuando presentó "Alta suciedad" en Tucumán. Esta vez, Daniel hizo la cola desde las 19.
DECEPCIONADA. Camila Juárez compró su entrada a último momento porque conservaba la ilusión de ganarse un ticket en el concurso de 4AM. Finalmente, la suerte no la favoreció, aunque jura que depositó más de 50 cupones.
EN BAJA. Darío vende maníes, pochoclos y panchitos, pero admitió que la venta decayó porque, a causa de la estricta organización, sus clientes no podían acercarse al puesto; a su lado, Fernando ofrecía remeras (a 20 pesos), tarea que cumple siempre en este tipo de espectáculos.
ROCKEROS. En el sector VIP, el fiscal Carlos Albaca (con jeans y camisa rosa) charlaba animadamente con el diputado nacional Alfredo Dato, ataviado con pantalones crema y camisa a rayas amarillas, blancas y celestes.