La ópera rock "The Wall", de Pink Floyd, fue recreada con un montaje sencillo pero impactante

TRANSPARENTE. La interpretación de Melina Imhoff sorprendió al público. ARCHIVO LA GACETA TRANSPARENTE. La interpretación de Melina Imhoff sorprendió al público. ARCHIVO LA GACETA
24 Diciembre 2007
Empezó casi puntualmente. El teatro San Martín estaba casi lleno. Según uno de los fanáticos, comparada con el disco, la banda sonó casi igual. Pero el show que hicieron Nicolás Aiziczon (voz y teclados), Exeo (voz y teclados), Melina Imhoff (voz), Humberto Salazar (batería), Augusto Gallegos (guitarra), Homero Sánchez (bajo), Nacho Luna (guitarra), Marina García Navarro (coros) y Pablo Acosta (guitarra) fue completo. Y con picante.
La escenografía era sencilla, pero significativa: un muro hecho de alambre que se alzaba por delante de los artistas, entre ellos y el público, idea que concibió Roger Waters allá por los 80.
El telón se abrió exactamente a las 22.15, luego de que un presentador un tanto descolocado anunciara que la banda estaba "casi" lista para empezar, y que los asistentes no debían tener sus celulares encendidos, ni fumar, ni prender bengalas, ni fuegos artificiales. Revelando un escenario iluminado completamente en rojo comenzó el tributo a "The Wall" de Pink Floyd, con "In the Flesh".
Mientras el grupo mantenía al público en silencio y expectante, detrás de la banda se proyectaba, en algunos casos, la letra en castellano de las canciones y, en otros, algunos de los fragmentos más emblemáticos de la película que drigió Alan Parker.
El momento más fuerte llegó sin duda con "Another Brick in the Wall (parte 2)", en el que una hilera de ocho niños uniformados impecablemente de blanco desfilaron por el teatro hasta caer en el escenario para ocupar su lugar en el coro y cantar a grito pelado "hey, teacher, leave your kids alone!".
Con "One of my turns" llegó la actuación de Claudio Luna y Carolina Peñok, a cargo de un set de teatro-danza.
El final se llevó una ovación de pie de todos. Algunos ayudantes llenaron los espacios del muro con papel celofán rojo; luego, ayudados por una escalera alta, lo derribaron. Aplausos y un solo de Melina Imhoff, vestida de rojo y descalza, con una voz transparente y desgarradora que sin duda le hizo honor a la ópera rock. La solista fue la figura de la noche.
"Esta es una obra súper difícil, y realmente creo que el nivel de este espectáculo fue altísimo. Yo a ?The Wall? me la sé de memoria, y creo que sí, que esta fue una versión muy buena", juzgó Patricia Salazar, que salía del San Martín cerca de la una de la madrugada.

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