El caballo de la talabartería

Fascinaba a los chicos la puerta del negocio de Chirou, en Mendoza 661. Por Carlos Páez de la Torre (h) - Redacción LA GACETA.

EL CABALLO. Ensillado con apero tucumano, guardamontes y todos los detalles, aparece el célebre equino de utilería, que pudo apreciarse hasta finalizar los años 60. ARCHIVO LA GACETA EL CABALLO. Ensillado con apero tucumano, guardamontes y todos los detalles, aparece el célebre equino de utilería, que pudo apreciarse hasta finalizar los años 60. ARCHIVO LA GACETA
07 Diciembre 2007
Desde la segunda década del siglo que pasó hasta que concluían los años 60, los chicos -y muchos grandes también- se deslumbraban al pasar por la vereda norte de calle Mendoza séptima cuadra, donde estaba el amplio local de la talabartería "Alvarez y Chirou". Es verdad que por esa época había varios negocios del ramo dentro de las avenidas (las estadísticas contabilizaban 12 en 1918, y 10 en 1960, por ejemplo). Era explicable, dada la fuerte presencia que todavía tenían, en  muchos aspectos de la vida diaria, los animales de montura y de carga, y por tanto toda la variedad de sus arreos.
Pero ninguna talabartería poseía la atracción que irradiaba "Alvarez y Chirou". Es que, en la puerta, mostraba un perfecto caballo de utilería, de tamaño natural, cuyo ensillado se cambiaba cada tanto, para exhibir las novedades que el negocio incorporaba a sus estantes. La gente se detenía a mirar el caballo. Era tan perfecto, que los chicos pensaban que en cualquier momento empezaría a marchar.
El caballo era de manufactura inglesa, según recuerda el ingeniero Enrique Chirou. Su abuelo, llamado Enrique, asociado con don Antonio Alvarez, instaló en 1915 una curtiembre en la Banda del Río Salí, cuya estructura exterior puede apreciarse todavía.
Con un crédito del entonces flamante Banco Comercial de Tucumán (luego del Norte), la empresa financió las construcciones, y adquirió en Alemania los más modernos equipos para tratar el cuero. Estos incluían un potente generador a vapor, ya que aún no se contaba con energía eléctrica en la zona de la Banda.
Con el producto de la curtiembre, fabricaban los elaborados arreos que se vendían en el local de calle Mendoza.
Según los recuerdos de nuestro informante, al morir don Enrique la sociedad se dividió, y quedó transformada en "Chirou Hermanos y Compañía". Esta siguió manejando la curtiembre y el local de Mendoza 661, que cerró sus puertas en los últimos años de la década de 1960. La empresa Chirou se liquidó definitivamente al iniciarse los 80. Todo se vendió en Buenos Aires. Incluido el famoso caballo, que sigue perdurando en muchas memorias.

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