Los caños de escape de las motos truenan en la madrugada y los corredores se preparan para acelerar. Son las 3 de la mañana y la picada se largará de un momento a otro. Mientras los espectadores alientan, llega el momento de acelerar: alguien da la señal y las máquinas se hunden a toda velocidad en la penumbra de la avenida Presidente Perón, en Yerba Buena.
Las picadas se convirtieron en una práctica muy popular entre los jóvenes. El parque de motocicletas creció en Tucumán debido al bajo costo y las facilidades de financiación y a las tradicionales picadas de autos se sumaron las motos.
El lugar elegido para probar los vehículos es la avenida Presidente Perón: allí se reúnen decenas de jóvenes con motos y autos preparados para correr.
Las competencias se hacen los miércoles, viernes y, a veces, los sábados, a la madrugada en el tramo comprendido entre la rotonda de la avenida, en el pie del cerro, hasta Las Higueritas, al 600 de la avenida Perón.
Natalia Ibáñez, que vive sobre la avenida, cuenta que las carreras se hacen desde las 3 de la mañana, hasta las 4 o 5 y se interrumpen cuando aparece la Policía. "La mayoría de los chicos corren con motos, pero también hay autos. El ruido de los caños de escape es tremendo y andan muy rápido. Nosotros no podemos dormir", se queja la joven.
Respecto de los controles policiales, Ibáñez afirma que siempre llama para que envíen móviles, pero subraya que apenas llegan, los chicos se desparraman y se van. "La Policía llega tocando una sirena y, cuando la escuchan, se van a toda velocidad. Pero al rato están de vuelta", explica la vecina.
Dora Chavarría, que vive hace 10 años sobre la avenida Perón, recuerda que las picadas se corren hace unos siete años. "Esto no es nuevo y la Policía sabe que existen las picadas, pero no hace nada", señala la mujer.
Otra vecina, que pidió la reserva de su nombre, cuenta que cuando se habilitó la avenida, las carreras se hacían casi todos los días y los picadores cortaban la calle. "Yo me enteré de varios accidentes, incluso de chicos que murieron, pero se siguen haciendo", afirma.
La mujer detalla que la Policía llega a la picada con camionetas y motos, tocando la sirena, pero los corredores se escapan por las calles perpendiculares a la avenida.
Los vecinos coinciden en que las picadores recorren un poco más de 100 metros en cada carrera y, la mayoría de las veces, usan las dos manos de la avenida, acompañados por espectadores que los alientan.
La reunión previa
Los fanáticos de las picadas tienen entre 15 y 35 años. Antes de correr se reúnen en la esquina de las avenidas Belgrano y Las Américas, alrededor de la media noche.
A las 2 comienzan a desplazarse hacia la rotonda de Perón y Camino del Perú. Allí, los corredores pactan las picadas y deciden quiénes se batirán a duelo, según revela el comisario de la seccional de Yerba Buena, Víctor Manuel Reinoso.
La madrugada avanza y falta poco para que exploten los caños de escape. Sobre el lomo de una moto Honda de 110 cc., Carlos, de 16 años, asegura que disfruta cuando se reúne a andar con sus amigos. "Me gusta acelerar y sentir la velocidad", dice, y de inmediato niega haber corrido alguna vez una picada.
Del otro lado de la platabanda de la avenida Belgrano, acariciando un Fiat 128 tunneado, Ricardo Santillán, de 25 años, admite que corre picadas porque es un apasionado de los fierros. "Me encantan los autos y sé que las picadas están prohibidas, por eso nos gustaría que se legalicen y tener un lugar seguro para andar", reflexiona el joven, mientras admira su Fiat modificado.
La tensión domina los instantes previos a la carrera. Dos motociclistas se batirán a duelo sobre el asfalto de la Perón. Y por fin llega la señal: los picadores aceleran a fondo para sacarse ventaja cuanto antes, mientras los caños de escape irradian chispas y fuego.
La corredores van con el torso apoyado sobre sus motos para hendir el viento y alcanzar la velocidad máxima, mientras los espectadores gritan y saltan en la platabanda de la avenida. Después de los 100 metros de adrenalina, la competencia ya tiene un ganador.
Desde el misterio de la avenida Perón regresan los pilotos luego de la carrera y son recibidos por seguidores enfervorizados. Son las 4 y los picadores se apuran porque faltan pocas horas para el amanecer. LA GACETA ©