La vida se renueva

La vida se renueva

Los lapachos en flor resplandecen a fines de agosto y anticipan la primavera, que llegará el viernes. Los jóvenes y los adultos se preparan para la celebración.

ALGARABIA. Anticipándose al Día del Estudiante, los jóvenes invadieron el viernes la plaza Independencia para promocionar la semana de sus colegios. ARCHIVO LA GACETA ALGARABIA. Anticipándose al Día del Estudiante, los jóvenes invadieron el viernes la plaza Independencia para promocionar la semana de sus colegios. ARCHIVO LA GACETA
16 Septiembre 2007
Como los lapachos, sus ojos también florecieron. Sentadas en un estrecho banco de la plaza Urquiza, formando una desigual pared de guardapolvos blancos, ocho colegialas presumen con sus párpados de arco iris. Como si el maquillaje necesitara justificación, juran que hay algo en el aire que las convoca a arreglarse más, a estar más lindas, a desempolvar las artimañas de seducción que habían guardado en los últimos meses. Hasta que una de ellas, la de pestañas turquesas, explica nostálgica: "es que viene la primavera..."
Sus compañeras se ríen de la romántica ocurrencia, pero después coincidirán. Reconocerán que la inminencia de la estación del amor las alegra -que hasta las pone "bobas"- y que ese efecto mágico e inexplicable hace de esta temporada su favorita. Dueños absolutos del mes, los jóvenes no pudieron esperar al viernes 21 y, al menos en sus ropas y en su ánimo, ya recibieron a la primavera.

Menos ropa, más amor
Con el melódico suspiro de una guitarra ajena de fondo, Belén Fabersani, de 14 años, ratifica que esta es la parte del año que más adora. "Empiezan los días calurosos y eso nos provoca más ganas de salir. Podemos vestirnos con menos ropa, no oscurece tan temprano, los chicos están más cancheros, y, simplemente, la gente parece más feliz", señala. "¡Además, empezamos a jugar al carnaval!", agrega cómplice una de sus amigas, señalando su pecho mojado, señal de que el grupo había probado minutos antes la vulnerabilidad de la piel de las bombuchas.
Que el frío se haya ido significa que los chicos ya no deben cargar con pesados -y para nada sensuales- abrigos en sus salidas nocturnas, las cuáles se incrementan notablemente en esta fecha. Ese es justamente el otro encanto insustituible de la estación de las flores. "Comienzan las semanas de los colegios más importantes, se organizan más fiestas y estamos todos más predispuestos a conocer gente y hacer nuevos amigos", precisa Sofía Allori, del Santa Catalina.
Parada en el patio de su colegio, la joven de 16 años se acomoda sus bucles rojizos para agregar algo que muy pocas se animan a decir: "la primavera hace que nos enamoremos más, que busquemos el amor". Natalia Zamora complementa la opinión: "hay un clima especial del que no escapa nadie y hace que todos estemos como embobados. Al salir más, conocemos a los amigos de nuestros amigos y así se van formando parejas".
Como si fuera poco la primavera también contribuye a la cortesía del galán. Rita Ruiz, una alumna de la Comercio Nº 1 de quien sus amigas dicen que tiene 10 novios, confiesa que varios de estos le "viven regalando flores".

Que empiece la fiesta
Como los grandes, ellos también cortarán la cinta. La inauguración de la primavera coincide con el día de los estudiantes y, para festejarlo todo, los adolescentes ya están organizando cómo pasarán el 21, que -tan benigna es la naturaleza- cae viernes. Los grupos se dividen en dos: los que irán al parque 9 de Julio (prohibido no llevar el equipo de mate) y los que concurrirán a la rotonda de Yerba Buena (los más audaces planean subir al cerro).
Cualquiera sea el espacio verde elegido, la caminata tendrá un prólogo y un epílogo. "Al mediodía hacemos una hamburgueseada -el menú puede variar a asado- y después vamos a Yerba Buena. Nos quedamos hasta las 19.30, cuando regresamos a nuestras casas sólo para bañarnos. Después de descansar, volvemos a la carga", detalla Luisa Lamoglia, de 16 años.
La noche cae sobre la plaza Urquiza, aunque no oscurece la alegría de los abanderados indiscutidos del mes. Mochilas al hombro, los chicos dejan los bancos. A lo lejos, alguien canta bajito un clásico tucumano: "esperaba que llegaras, te esperaba, primavera..."