Los lapachos son enormes floreros que recrean la vista

Los lapachos son enormes floreros que recrean la vista

La estación colorida remueve la savia y hace renacer las flores y los frutos. El olor a azahares.

LA GACETA / FRANCO VERA LA GACETA / FRANCO VERA
16 Septiembre 2007
Cuando agosto se despedía con su pañuelo gélido, ellos decidieron festejarlo pintándose las uñas. Rosa, blanco y amarillo, los esmaltes de los lapachos convirtieron a la ciudad en una paleta de colores. Generosos con la planta pituca, los azares empezaron a transpirar su dulce aroma. Con tamaño cuadro sensorial, no es necesario revisar un calendario para saber que la primavera ya viene con su mochila al hombro.
En la provincia que ostenta el verde título de Jardín de la República, la estación de las flores no pasa inadvertida.

Una moda de tres vestidos
Juan Manuel Chaler, presidente de la Asociación Amigos del Arbol, explica cómo se renueva la naturaleza en esta época: “hay un mayor movimiento de savia en la corteza de las plantas, que se origina por las mayores temperatura, humedad e iluminación solar. Esto hace que la especie se rejuvenezca: aparecen las hojas, más claras que las del invierno, las flores y las frutas”.
Para el experto, Tucumán usa tres vestidos: el blanco de los azahares en agosto, el amarillo de los lapachos en setiembre y el lila de los tarcos en diciembre. De estos tres árboles, los dos primeros son los que prevalecen en el paisaje urbano de la provincia.
“El lapacho tiene la particularidad de que florece casi sin hojas. Lamentablemente, estas se arruinan con las primeras lluvias y no llegan a durar más de un mes. Al caer la flor, aparece la semilla -en forma de una larga vaina- y luego el follaje verde”, detalla.
Respecto de los naranjos, Chaler indica que -al igual que todos los citrus, como los mandarines y los limoneros-, esos árboles están dando frutos en esta temporada.