Natascha Kampusch sigue obsesionada con su captor

"Lo que él me hizo no se borra y resurge con regularidad", dijo la joven austríaca, en el aniversario de su liberación. Priklopil le da pena.

REVELACIONES. Natascha Kampusch sorprende con más detalles sobre su cautiverio. FOTO GENTILEZA “EL SEMANAL DIGITAL” REVELACIONES. Natascha Kampusch sorprende con más detalles sobre su cautiverio. FOTO GENTILEZA “EL SEMANAL DIGITAL”
21 Agosto 2007
VIENA, Austria.- Un año después de su huida, la austríaca Natascha Kampusch sigue obsesionada con el hombre que la mantuvo secuestrada durante ocho años y medio en una casa de los alrededores de Viena, admitió la joven.

"Lo que él me hizo no se borra y resurge con regularidad. Intento adaptarme a ello y asumirlo en la medida de lo posible", contó la muchacha de 19 años, en su primera aparición mediática desde hace siete meses.

La entrevista, realizada a principios del mes y difundida anoche, tuvo lugar durante un viaje que una cadena televisiva le ofreció a Kampusch a Barcelona, donde visitó las confiterías de la ciudad y anduvo en vela.

La adolescente fue secuestrada mientras se dirigía a la escuela en 1998, cuando tenía 10 años. Permaneció cautiva en un cuarto subterráneo cavado por su captor, Wolfgang Priklopil, hasta que pudo escaparse el 23 de agosto de 2006, cuando el hombre se distrajo con una llamada de teléfono mientras estaba limpiando el auto.

El secuestrador, un agente inmobiliario de 44 años, se suicidó a las pocas horas de la fuga. Kampusch siempre se ha reservado los detalles de los vínculos que mantuvo con Priklopil durante esos años.

La foto de su féretro
Ahora, la joven confesó que nunca ha logrado deshacerse del recuerdo del secuestrador y que sigue conservando una foto de su féretro. "Lo único que puedo decir, es que Priklopil me da cada vez más pena. Siempre estuvo claro que sólo podía quedar uno de los dos y al final resulté ser yo", declaró Kampusch.

"Le dije adiós ¿por qué no habría de hacerlo? Fue importante para mí, porque la última vez que lo vi vivo fue cuando me dio la espalda y yo huí", agregó.

"Aún hoy sigo sin saber cómo definir la amistad y necesitaré mucho tiempo para volver a confiar plenamente en alguien. Estoy cada vez mejor, pero me asusto fácilmente y sigo teniendo problemas de tensión, debido a la falta de atención médica y de ejercicio durante el secuestro", indicó.

Kampusch, que se encuentra bajo un seguimiento psicológico intensivo, se esfuerza por llevar una vida normal pese a las secuelas y el acoso mediático. "Aunque algunos quieran convertirme en una Paris Hilton, no es el caso", consideró.

La adolescente vive en un apartamento del centro de Viena y recibe clases individuales para poder reintegrarse al sistema educativo. Además, aprende tiro con arco y tiene en mente la creación de una fundación de ayuda a las mujeres maltratadas.

"Rara vez, o casi nunca, me verán llorar, sollozar o derrumbarme en público. Eso lo saco en privado", concluyó. (AFP-NA-Reuters)

Tamaño texto
Comentarios