La luminosa sombra de San Martín

La luminosa sombra de San Martín

En los discursos oficiales del fin de semana no hubo ni una sola mención al libertador. Y en los pagos del Presidente, los problemas no dejaron nominar al menos a un candidato. Por Angel Anaya - Columnista.

21 Agosto 2007
BUENOS AIRES.- Venimos de un fin de semana largo bajo la sombra de José de San Martín, sin una sola mención en el discurso oficial. La política y el poder están muy problematizados por las urnas de San Luis, La Rioja y las que el próximo domingo se abrirán en Tucumán. Resultados, poco más, poco menos, los previsibles y, mutatis mutandi, peronistas.
En esa guerra interna, el oficialismo ha gozado más con el tercerazgo de Carlos Menem que con la victoria de sus fieles y antiguos socios de aquel, financiados por la Rosada para unos cuantos miles de prebendas que el propio ganador, Beder Herrera, entregó en un campo de juego rompiendo la veda electoral, “porque es más importante ayudar al pueblo que sufre”.
La provincia de La Rioja, tras sucesivos gobernadores del mismo tronco desde antes y después de la restauración constitucional, sigue siendo la segunda provincia del país en la escala de pobreza. Al revés, la larga dinastía de los Rodríguez Saá, en San Luís, está blindada por su propia gestión, con el más bajo índice de desocupación, si bien su aplastante ganador -con más del 80%-, Alberto, no descarta ser candidato presidencial de inmediato.
La sombra de San Martín se agranda más en esta singular coincidencia, para alcanzar, inclusive, al exuberante caraqueño, ese amigo rozado por la valija que se ampara en su prócer, Simón Bolívar, para quien el poder debía ser personalista y sin plazos, por contradicción con su interlocutor de Guayaquil. Reincidencias de la historia.

Una campaña sin jabón
La sintética definición “campaña sucia” se eleva ya a una modalidad que no tiene jabón para enfrentarla y cuando se lo intenta, como ha ocurrido nuevamente en Santa Cruz, la mancha se hace más evidente; mejor, incomprensible, pues el fenómeno del kirchnerista Daniel Varizat más parece el fruto de una mente enferma que del odio y la confrontación que alimenta un electoralismo sin precedentes.
La jueza que indaga tan singular conducta ha hecho bien en mantenerlo encerrado, se dice en Río Gallegos, pues su riesgo personal podría dar lugar a la aplicación de la ley de Lynch.
¿Qué ocurre que, en sus pagos, al matrimonio presidencial le acontecen tales cosas, que ni siquiera pudo nominar a su candidato a gobernador? Algún cabalista podría pensar que es la sombra del general San Martín renunciando ante Bolívar en defensa de los valores republicanos. Si bien el juicio puede parecer sofisticado, lo cierto es que los testimonios insisten en configurarlo una y otra vez.
Desde el estilo con que se alumbran candidaturas mayores, hasta la forma tumultuosa con que se va a cerrar la inscripción de alianzas electorales. Alianzas que el electorado silencioso observa mediante el calidoscopio de los encuestadores rentados. (De nuestra Sucursal)