Varios países se disputan la posesión de la región

Se acrecienta el interés por las reservas de hidrocarburos ocultas debajo del Polo Norte.

12 Agosto 2007
WASHINGTON.- La progresiva apertura del Artico podría ser la explicación de la pulseada por sus respectivas soberanías en esa región que enfrenta a Rusia, EEUU, Canadá, Noruega y Dinamarca. "Es una especie de guerra deshelada, donde se juega el control sobre posibles rutas de navegación", explicó Pedro Rodríguez, corresponsal en Washington de la agencia ABC. A ello se agregan el interés de estas naciones por los multimillonarios depósitos de petróleo, gas, diamantes y metales existentes debajo del Polo Norte.
La disputa estalló hace una semana, cuando la expedición rusa al fondo del océano plantó una bandera de material anticorrosivo. Además, los tripulantes de los dos minisubmarinos que realizaron la misión recogieron material del fondo del Artico, con el propósito de demostrar que la zona en cuestión forma parte del territorio subcontinental de Rusia.

El contragolpe
En respuesta, Canadá construirá su primer puerto de aguas profundas y una base militar para apuntalar su reivindicación sobre el famoso Estrecho de Anián y sobre el lecho marino del Artico, anunció el viernes el primer ministro, Stephen Harper. Un viejo muelle y un camino de tierra sobre un pueblo minero de Nanisivik, en la isla de Baffin, serán transformados para poder aprovisionar las nuevas patrullas marítimas árticas. Además, las autoridades canadienses planean construir una base de entrenamiento militar en la bahía de Baffin. "El principio básico sobre la soberanía del Artico es úselo o piérdalo", dijo Harper, que indicó asimismo que las nuevas instalaciones le comunican al mundo que Canadá tiene una presencia real, creciente y de largo aliento en el Artico.

La fiebre del oro
Canadá ha operado en el Artico desde 1898, cuando una fuerza voluntaria ayudó a mantener el orden durante la fiebre del oro, pero el gobierno canadiense recién estableció una presencia militar real en 1970.
Menos de 200 soldados y 1.500 guardias forestales están ahora establecidos permanentemente para garantizar la soberanía y la seguridad sobre unos cuatro millones de kilómetros cuadrados.
La posición de EEUU se ve complicada especialmente por el hecho no ser signatario de la Convención sobre el Derecho del Mar, a causa de la reiterada negativa del Congreso federal a ratificar ese tratado. (DPA)