

Cuando hablamos del este tucumano, estamos tratando de caracterizar una zona en la que, durante el período de desarrollo de los cultivos, prevalecen generalmente condiciones de altas temperaturas, variabilidad en la intensidad y en la distribución de las lluvias durante la campaña y en las diferentes campañas.
Por otro lado, los suelos tienen menor capacidad de retención de agua con lo que la pérdida por evaporación es alta. Estas condiciones se presentan tanto en el este de Tucumán, como la zona oeste de Santiago del Estero -limita con nuestra provincia- y que es considerada zona de influencia de la producción tucumana.
De allí la pregunta de por qué incluir al maíz en el sistema de producción del este en esta provincia. Y esto se justifica de la siguiente manera:
Por su aporte en la cobertura del suelo, lo que hace más eficiente la conservación y el uso del agua en los terrenos para los cultivos. Por su sistema radicular, lo que contribuye a una mejor estructuración del suelo.
Por la rotación de herbicidas que se realiza (ejemplo: Atrazina), lo que disminuye las poblaciones de malezas problema, como la malva; el bejuco; el chamico, la barba de chivo, entre otras.
Para cortar el ciclo de plagas de la soja, como promecops y sternenchus, o bien para evitar que ingresen al campo.
A tener en cuenta: Es de fundamental importancia llegar a la siembra con los lotes limpios, de manera que el control de las malezas durante el invierno debe ser adecuado, procurando que se realice en tiempo y en forma.
Hay dos factores primordiales a tener en cuenta durante la siembra: la densidad y la distribución.
Para la primera, es importante trabajar con bajas densidades (40.000 a 45.000 plantas/ha) según los materiales. Bajo este planteo de densidad, es relevante el índice de prolificidad de los materiales a sembrar.
Respecto de la distribución, es muy importante lograr una buena distribución de semillas en el surco, por lo cual la velocidad de siembra debe ser baja. Esto es, con un ajuste del manejo del cultivo y un esquema de rotación de 50% maíz y 50% soja.
Con la incorporación del maíz en la rotación se logró estabilizar, a lo largo del tiempo, los rendimientos de soja en una zona donde la variabilidad de las lluvias, en las diferentes campañas, es alta. Además, con el ajuste en el manejo del cultivo de maíz se logró estabilizar los rendimientos en una zona de mayor riesgo climático.
Finalmente, el criterio en la planificación de siembra en estas zonas debe ser defensivo, procurando levantar los rindes mínimos, de manera de lograr buenos promedios a lo largo del tiempo.







