Adictos al celular

Estas cifras nos acercan bastante a la realidad de España, donde acaba de abrirse el primer centro de rehabilitación para adictos al móvil.

13 Febrero 2005
Duermen con él, y lo llevan también al baño, por las dudas. Ven televisión mientras escriben mensajes, no lo apagan ya durante las comidas en familia. Les angustia no tenerlo cerca. Pero es la factura excedida la primera señal de alerta. En el extremo, el teléfono celular se convierte en el medio de comunicación por excelencia y ni siquiera conversan, sino que llaman. Los "adictos" al móvil ya son un fenómeno en Europa y, si bien en Tucumán aún no hay centros de rehabilitación como en España, la dependencia de la comunicación inalámbrica aumenta con el crecimiento de esta industria que ya tiene en el país más de 13 millones de usuarios.
A fines de 2003 llegaron las primeras voces de alarma. Un científico inglés advirtió que los pacientes de una clínica de recuperación para drogadictos manifestaban conductas compulsivas vinculadas a los celulares. Sus pacientes lo tienen prohibido. Ahora, en España, acaba de abrir un centro de recuperación para enfermos del móvil.
Según el Indec, en Argentina no sólo la cantidad de teléfonos se ha incrementado en un 10% en 2004; ahora también hay más uso: la cantidad de llamadas creció en un 94,4%. Y los mensajes de texto -que un año atrás alcanzaban los seis millones por mes- han superado los 300 millones sólo en diciembre pasado. En ese infernal tráfico de palabras, hay al menos unas cuantas en tucumano. No hay razones reales para llamarlos adictos, pero sí es cierto que viven pendientes del móvil todo el tiempo.
Juan Pablo Griet, de 28 años, es arquitecto, y no tenía una oficina fija hasta hace poco. Ahora que abrió un estudio, sigue pensando que el teléfono lo es todo. "El celular es mi agenda, mi secretaria, mi verdadera oficina", cuenta. Por eso para él, una vida sin celular es impensada: a modo de despertador, entre las 6 y las 7 de la mañana recibe las primeras llamadas, que no cesan hasta cerca de la medianoche. Le da miedo no tener señal o perderse una llamada, y por eso usa dos celulares: uno le sirve en la ciudad, y el otro -de mayor alcance- es el que lleva mientras viaja por el interior de la provincia. "Hace unos días me di cuenta de la dependencia: lo había olvidado en casa de mi novia, y sólo por eso volví, porque no quería pasar la noche sin el teléfono", cuenta. Duerme con el móvil encendido, no lo apaga ni en las vacaciones. Y aunque no se considera un adicto, Juan Pablo admite que toma sus recaudos para evitar los excesos, como quien se cuida en las comidas. "El límite -asegura- está en no hacer llamadas desde casa, y en no gastar más de la cuenta".

Britney
Desde que su novio le sugirió que comprara uno, Lourdes (17) y su celular se han vuelto inseparables. Su móvil chilla 24 horas al día, y ella lo atiende pronto, en voz baja. Cuando no hay ring, entra un mensaje de texto. "Es que, como son baratos, con mis amigos nos enviamos mensajes todo el tiempo, y no tenemos problemas", explica la jovencita, quien de ninguna manera se siente una esclava del móvil. Pero apenas dice esto, los acordes de "Stronger" (el tema de Britney Spears que ha elegido como ring) vuelven a llamarla nuevamente.
Al principio su madre, Mercedes, no tuvo problemas con el moderno aparatito de Lourdes. Pero a los pocos meses de haberlo comprado, se dio cuenta de que la factura -que los padres pagan- aumentaba. "Se lo quitamos por unos días, pero después prometió controlar más las llamadas", relata Mercedes. Ella cree que la pasión de su hija por el teléfono está más relacionada con el afán de los adolescentes por contarse todo vía tubos, y no tanto con una adicción a los celulares. "Supongo que se le pasará en breve, pero si eso no sucede, tomaremos medidas", dice.
En España, historias similares a estas ya son consideradas patológicas. Los adictos al móvil hacen terapia. Aquí, de momento, hablar más por celular que personalmente parece más una cuestión de modas, y no de problemáticas.

COMO UNA ENFERMEDAD
Aunque no hay síntomas claros, se pueden detectar signos patológicos
El Proyecto Hombre es la fundación española que recupera a los "adictos" al celular. Aunque aún no hay muchas personas en tratamiento, el perfil de la patología existe, y fue publicada recientemente en el matutino madrileño "El Mundo". Allí se informa sobre algunos de los síntomas de una enfermedad alimentada por el avance de la tecnología.Psicólogos y sociólogos españoles sostienen que existen puntos en común entre la adicción al teléfono y otros problemas, como el del alcohol o las drogas. Los adolescentes -dicen- se aíslan, y construyen un mundo de fantasía, dado que la comunicación no se establece cara a cara, sino virtualmente. Además, como en el caso de las drogas, los chicos necesitan cada vez más mayores "dosis", y es así como no pueden ser capaces de despegarse del teléfono. En Proyecto Hombre aseguran que quien se engancha al móvil, puede caer tarde o temprano en otra adicción más grave.
En Tucumán, el doctor Germán Torrens, en coincidencia con esto, dice que no han sido comprobadas aún las consecuencias nocivas para la salud que pueden causar los celulares. Sin embargo, aclara que el abuso de estos aparatos causa estrés, y que ciertamente trae perjuicios psicológicos. "En la vida hay un momento para todo; pues bien, el celular interrumpe, y va quitando poco a poco el tiempo que todo ser humano necesita para sí mismo", dice. "Mensajería de texto, juegos digitales... todas estas son formas de aislamiento de la realidad", opina Torrens. Por esto, más allá de las comodidades que puedan brindar, considera que los móviles son un arma de doble filo, porque pueden desconectarlo a uno de lo que está haciendo, para engancharlo con el estrés cotidiano.
En efecto, en clínicas como la británica "The Priory" -de recuperación de las drogas- apuntan a separar a los internos de los celulares, porque se considera que el abuso de las telecomunicaciones manifiesta una forma de escape. No hay una relación directa entre el consumo de estupefacientes y el uso de móviles, pero se ha observado que, al igual que las drogas, los teléfonos generan ciertas conductas compulsivas.

Usos y abusos
Según expertos de la fundación Proyecto Hombre, todavía no hay pruebas marcadas sobre la adicción a celulares, pero existen sí algunos indicadores de la problemática.
Uno de los primeros síntomas de esta patología -además de las facturas de teléfono abultadas- es la pérdida de la comunicación humana. Los adictos, aun cuando tienen a su interlocutor cerca, le envían un mensaje de texto. Por eso lo cargan a todas partes: al trabajo, a la escuela, al baño, y no lo apagan nunca, ni siquiera en reuniones familiares. Además, la persona se desconecta de la realidad al punto tal que sólo habla mucho por teléfono, y en cambio calla cuando se trata de conversaciones cara a cara.
Hacer o contestar llamadas durante altas horas de la noche es otro signo de que algo anda mal (se llega trastornos del horario del sueño). También ponerse nervioso en función de si el teléfono está o no cerca indica que haya probablemente una pasión desmedida por el móvil. Y pese a que no se estipula una cantidad de horas que marquen un abuso patológico del celular, los especialistas señalan que es importante controlar si la persona deja de hacer actividades como estudiar, ver televisión o algunas obligaciones, para hablar por teléfono. La ayuda profesional es indispensable cuando se cumplen muchas de estas situaciones.

No se probó aún que los móviles sean perjudiciales

Se los acusa de cancerígenos, y de afectar ciertas funciones cerebrales. Estas razones fueron suficientes para que expertos británicos impulsaran un mayor control del uso de los celulares.
Hace un mes, científicos de Londres promovieron el retiro del mercado del primer teléfono móvil que había sido diseñado especialmente para chicos. A través de un estudio, los especialistas advirtieron sobre los riesgos para la salud que implica el uso de móviles en menores de ocho años. Desde la compañía que había lanzado el producto aseguraron que, aunque el peligro no está comprobado, respetan las advertencias sobre los posibles efectos de radiación de los celulares.
Los investigadores recomiendan que los niños usen el móvil sólo en casos de emergencia. Y no sólo eso: argumenta que las torres que dan señales a los teléfonos también pueden provocar daños, especialmente si están cerca de alguna escuela.

Según consigna la agencia AFP, el año pasado el instituto sueco Karolinska publicó un estudio que señala que las personas que han utilizado celulares durante por lo menos diez años tienen más posibilidades de desarrollar tumores de oído. Otra investigación impulsada por la Unión Europea estipuló que las ondas que generan los móviles dañan las cadenas de ADN presentes en las células humanas. Además, científicos holandeses demostraron que el uso de estos teléfonos puede afectar funciones cerebrales.
Sin embargo, hay investigadores que sostienen que los peligros son exagerados, y que desde hace cinco años se sostiene lo mismo: que los celulares afectan al cerebro, al sistema inmunológico o aumentan las chances de padecer Alzheimer o cáncer, sin que esto haya sido demostrado. Pero la polémica aún no está cerrada. La gente sólo puede evaluar estas advertencias, y sacar sus propias conclusiones.

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