Anne Louise Germaine Necker fue una niña precoz. A los cinco años preguntó a una de las amigas de su madre cuáles eran sus puntos de vista sobre el amor. Nació en 1766, en París. Su padre, el banquero Jacques Necker, era uno de los grandes magnates de Europa. En su casa de París y en la de Coppet, en Suiza, se vivía un clima de riqueza y de alto refinamiento intelectual.
Cierto día, Eric Magnus, barón de Stäel- Holstein, embajador de Suecia en París, quedó fascinado con la chiquilina de 14 años. El le llevaba más del doble de edad, pero Necker pensó que era un yerno conveniente. Movió influencias para asegurar que siguiera siendo embajador por una década más, y casó a su hija con el veterano noble. Desde entonces, quedó convertida en baronesa de Stäel-Holstein, y sería conocida como "Madame de Stäel".
Le apasionaba escribir. Fue autora de una enorme cantidad de libros ensayísticos y políticos, además de novelas: "Corinne" fue la más famosa. Además, recibía a diario en su casa a pensadores y hombres públicos: esto constituyó el legendario "salón de Madame Stäel", toda una caldera de la política. Su marido nunca le interesó, aunque le dio una hija, que murió en la infancia, y después tres varones. No era bella. La fuerza residía en sus ojos, pero su figura era "rolliza y vulgar". Compensaba esto con poderosa inteligencia, amplia cultura y una fantástica seguridad en sí misma. Además, Madame de Stäel carecía de inhibiciones sexuales y no tuvo problemas para obtener varios amantes.El primero fue el famoso Talleyrand, uno de los políticos más inteligentes de Europa. Después, el duque de Montmorency y más frecuentemente el vizconde Louis de Narbonne-Lara, de quien tuvo dos hijos. Cuando Narbonne la abandonó, ella escribió la novela "Zulma", donde lo retrataba como "malvado y cruel en sus relaciones con mujeres". Fue en 1794 que conoció a Benjamín Constant, el talentoso suizo que tendría tanta celebridad como pensador, escritor y político.
Al principio, Constant le causó pésima impresión. Pero muy poco después iniciaron una larga y ardiente relación amorosa. Se dice que tuvieron en secreto una hija, Albertine. Luego, a Madame se le antojó conocer a Napoleón Bonaparte, cuya estrella iba en veloz ascenso. Aspiraba a influir en su política y, según muchos biógrafos, quería también ser su amante. Pero al futuro emperador nunca le cayó bien Madame, y rechazó todos sus avances.
Tal vez ese rechazo fue una de las causas por las cuales Madame dejó de alabarlo en sus escritos. Su salón se convirtió en centro de la oposición liberal, y Napoleón -entonces Primer Cónsul- perdió la paciencia. En 1803 desterró de París a Madame de Stäel y Constant debió abandonar su banca de diputado.
A todo esto, el baron de Stäel-Holstein estaba harto de las infidelidades de su cónyuge y decidió divorciarse. A ella no le importó mucho. Volvió a verlo cuando supo que estaba muy grave, y estuvo a su lado cuando murió. Durante el exilio,. Madame y Constant se concentraron en escribir y viajar. Llegaron a Weimar. Allí Madame conoció a Goethe, quien la consideró una mujer inteligente. A Schiller, en cambio, le pareció demasiado voluble. También se hizo amiga de Lord Byron. Este se reía un poco de ella, pero tenía alta estima por su inteligencia.
Constant empezó a cansarse de la incesante actividad de su pareja. Cuando ella enviudó, un día le pidió que se casaran, siquiera "para poder acostarse temprano". Pero Madame se negó. Finalmente, Constant rompió la relación y se casó en secreto con Charlotte von Hardenberg. Madame se indignó un tiempo, pero después pasó a otra cosa. Tuvo un nuevo amante, el oficial italiano Albert Jean Rocca: el tenía 23 años y ella 45. Viajaron por varios países, entre ellos Rusia (donde el zar Alejandro recibió a Madame), tuvieron un hijo y luego se casaron. Después de Waterloo, Madame volvió a París y reabrió su salón. Pero ya estaba muy enferma. Murió en 1817 y la enterraron en Coppet., junto a su padre.