París.- La "Mona Lisa" de Leonardo da Vinci (1452- 1519) ya causaba admiración y asombro en la época en que aún vivía el artista italiano. Nada cambió desde entonces. La misteriosa sonrisa y la mirada seductora y a la vez reservada de la estrella del Museo del Louvre en París, que este año celebra su 500 cumpleaños, atrae cada año a millones de visitantes y figura desde hace siglos entre las pinturas más copiadas y entre los más grandes misterios de la historia del arte.
Sobre la identidad de la bella más famosa del Louvre, hay numerosas especulaciones porque el retrato de mujer no está ni firmado ni fechado. Así, se afirma que la mujer ataviada en un vestido negro era la esposa del noble florentino Francesco del Giocondo, por lo que la obra también es conocida como "Gioconda". El rico comerciante aparentemente encargó la Mona Lisa en 1503.
También se especula con la posibilidad de que el cuadro le gustara tanto a Leonardo, que retrasó su finalización e hizo realizar una copia a uno de sus alumnos para entregarla al comprador. Esta historia sobre el origen del cuadro parte del historiador del arte Giorgio Vasari, uno de los biógrafos más importantes de la historia del arte del siglo XVI y el único que mencionó el nombre de Mona Lisa.
Otros historiadores sostienen que se trata de la favorita de Giuliano de Medici, una tal Pacificia Brandano o Signora Gualanda. Otros, en tanto, ven en el famoso retrato a una querida del administrador francés Charles d?Amboise. Algunos expertos aseguran que ni siquiera hubo una modelo, sino que Leonardo simplemente pintó a una mujer ideal.
En los escritos del artista, considerado el más famoso ejemplo de sabio universal -porque era pintor, constructor, dibujante, ingeniero, científico, escritor y teórico del arte-, no se hace mención ni al cuadro ni a su comprador. Tampoco se sabe si Leonardo tuvo asistentes en su confección, lo que era habitual en aquel entonces. La mayoría de las obras surgidas en aquella época eran trabajos de encargo y eran finalizados por discípulos del maestro.
En el dormitorio
Lo que está claro es que la Mona Lisa es una de las obras maestras que Leonardo vendió al rey Francisco I. Posteriormente, el óleo cambió de dueño y fue a parar finalmente a la colección de Luis XIV y, tras la Revolución Francesa, al Louvre. Napoleón descubrió el cuadro y lo colgó en su dormitorio. Al ser confinado a la isla de Santa Elena, la obra regresó al Louvre, donde en agosto de 1921 fue robada por un pintor que quería llevar el cuadro "de regreso" a Italia. Dos años después, reapareció.
En 1956, la parte inferior fue dañada en un ataque con ácido y pocos meses después un hombre lanzó una piedra contra el retrato. Desde entonces, la misteriosa mujer se encuentra resguardada por un vidrio de seguridad y espera a recibir una sala propia de 200 metros cuadrados a fines de 2004. (Especial)