08 Octubre 2002 Seguir en 
EN EL HORNO. El cantante pidió tranquilidad a los fans para no aguar la fiesta en un local sobresaturado.
El malhumor por la demora de una hora y media en el "horno" del club Villa Luján, y las quejas por la organización parecieron desaparecer cuando Diego Torres ocupó el escenario a las 22.50. De allí en adelante, el cantante brindó un show de dos horas y media, donde repasó sus baladas y rumbas más conocidas, y también los temas de su último disco. Por supuesto, "Color esperanza" fue el más coreado por la multitud; es el tema que lidera todos los rankings. Un momento emocionante particular se vivió cuando hizo un homenaje a todas las madres, incluyendo a la suya, recientemente fallecida.
Después de la segunda canción, sorpresivamente, hizo parar el espectáculo. "Aquí hay más gente de la que cabe... hemos demorado el inicio porque tardó mucho la gente al ingresar. Quiero que todos estemos tranquilos para que no haya problemas porque hay muchas madres con chicos; además, porque no hay espacio; en realidad soy enemigo de trabajar así, pero bueno, la pasemos bien", dijo.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Si en Villa Luján había capacidad para 3.000 personas (con la dimensión que tenía el escenario), fácilmente había 300 más. Los reclamos, con boleto en mano, por ubicaciones supuestamente VIP, no faltaron, como tampoco, cuando se apagaron las luces, forcejeos e incidentes menores.
Además, mucha gente quedó sin poder entrar al estadio. Precisamente por esa capacidad sobresaturada de público es que en algunas zonas de la cancha se escuchaba mal el sonido, y verlo a Torres era un deseo imposible.
Vestido sencillamente con pantalones y remera negros, el artista ingresó al escenario a las 22.50, y la bronca se convirtió en alegría. Cinco minutos antes había llegado en una camioneta 4x4 del hotel donde estaba alojado. Una larga ovación lo recibió y dejó en claro cómo lo quieren los tucumanos, pero además en cada uno de sus temas, la mayoría se los conocía de memoria. Cantar sí, pero bailar no pudieron, porque no cabía un alfiler más.
Mientras Torres interpretaba sus temas, una pantalla gigante devolvía imágenes de los videos de sus canciones favoritas, y otras que expresaban claramente su defensa del medio ambiente.
Después de la segunda canción, sorpresivamente, hizo parar el espectáculo. "Aquí hay más gente de la que cabe... hemos demorado el inicio porque tardó mucho la gente al ingresar. Quiero que todos estemos tranquilos para que no haya problemas porque hay muchas madres con chicos; además, porque no hay espacio; en realidad soy enemigo de trabajar así, pero bueno, la pasemos bien", dijo.
A confesión de parte, relevo de pruebas. Si en Villa Luján había capacidad para 3.000 personas (con la dimensión que tenía el escenario), fácilmente había 300 más. Los reclamos, con boleto en mano, por ubicaciones supuestamente VIP, no faltaron, como tampoco, cuando se apagaron las luces, forcejeos e incidentes menores.
Además, mucha gente quedó sin poder entrar al estadio. Precisamente por esa capacidad sobresaturada de público es que en algunas zonas de la cancha se escuchaba mal el sonido, y verlo a Torres era un deseo imposible.
Vestido sencillamente con pantalones y remera negros, el artista ingresó al escenario a las 22.50, y la bronca se convirtió en alegría. Cinco minutos antes había llegado en una camioneta 4x4 del hotel donde estaba alojado. Una larga ovación lo recibió y dejó en claro cómo lo quieren los tucumanos, pero además en cada uno de sus temas, la mayoría se los conocía de memoria. Cantar sí, pero bailar no pudieron, porque no cabía un alfiler más.
Mientras Torres interpretaba sus temas, una pantalla gigante devolvía imágenes de los videos de sus canciones favoritas, y otras que expresaban claramente su defensa del medio ambiente.
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