El aumento de la expectativa de vida hace que enfermedades que eran poco habituales, como las cataratas, se vuelvan casi masivas. Hoy, el 40% de las personas mayores de 60 años padece esta afección, caracterizada por el progresivo opacamiento del cristalino, la lente natural del ojo. Esto ocasiona una disminución de la agudeza visual, visión borrosa, fotofobias, y puede progresar hasta una completa pérdida de la visión. En países como la Argentina, las cataratas son la principal causa de ceguera reversible. Las técnicas quirúrgicas actuales, que incluyen el reemplazo del cristalino por una lente intraocular, permiten restaurar la visión y también corregir la presbicia.
La pérdida de transparencia del cristalino, que es la lente con la que se enfoca, tiene varias causas. La principal es el envejecimiento y la falta de renovación de las células. A partir de los 50 años, el 20% de las personas tiene el cristalino opaco, y la cifra se duplica al pasar los 60. También existen las cataratas congénitas, que requieren una operación inmediata; y las cataratas secundarias, provocadas por traumatismos, por la diabetes o por el uso excesivo de corticoides. Es difícil prevenir su aparición, pero la cirugía evita la ceguera. “Pocas intervenciones provocan tanto impacto como la de cataratas; para una persona que tenía 40% de visión, recuperarla al 100% parece increíble”, señaló el oftalmólogo Virgilio Centurión, director del Instituto IMO, de San Pablo, Brasil, quien participó en Buenos Aires del Congreso de la Asociación Latinoamericana de Cirujanos de Cataratas y Segmento Anterior (Alaccsa).
La cirugía de cataratas es ambulatoria y se hace con anestesia local. Dura unas 3 horas, incluyendo las dos horas de descanso. Durante la intervención, se remueve el cristalino y se retira por aspiración. En su lugar se coloca una lente intraocular flexible y multifocal, que permite ver tanto de cerca como de lejos, y también puede filtrar los dañinos rayos UV. La incisión es muy pequeña y no requiere suturar.