MADRID.- Hay una cosa en la que están de acuerdo quienes lo amaron y quienes lo odiaron: fue uno de los mejores pintores del siglo XX. El poeta Jean Cocteau se sintió "electrizado" cuando lo conoció. La diseñadora Coco Chanel temblaba ante sus miradas. Su nieta Marina, en cambio, lo describe como un monstruo egoísta, que humillaba y utilizaba a su familia y, sobre todo, a las mujeres. "Era un genio, pero sin corazón", afirma. Y eso que por muy poco el mundo casi se pierde el genio de Picasso. En su nacimiento, la partera lo creyó muerto porque no respiraba. Pero su tío Salvador, que era médico, le sopló al pequeño Pablo el humo de un cigarro en la cara y lo hizo llorar. "Sólo así Picasso consiguió quedarse en el mundo", se señala en una de las biografías del cofundador del cubismo. "Cuando no puedo comprarme más óleos, compro témperas. Cuando no hay dinero para témperas, compro lápices. Y cuando se acaban los lápices o me meten en la cárcel, escupo en mis dedos y pinto la pared", dijo Picasso en una ocasión.
Puso de cabeza por completo el mundo del arte, según el escritor Manuel Vicent, quien lo describe como un "demonio de la pintura". El artista inventó nuevas formas de ver la realidad y con ello se adentró en abismos que llevaban al infierno, asegura.
Las mujeres tuvieron un papel importante en la vida y en la obra de Picasso. Se casó dos veces: con la bailarina rusa Olga Koklova (1918-1935) y con Jacqueline Roque (1961 hasta su muerte). En sus motivos eróticos y como inspiración jugaron un papel importante también sus relaciones con Marie-Thérese Walter, la fotógrafa Dora Maar o la pintora Françoise Gilot.
De sus diversos romances tuvo cuatro hijos. Walter se ahorcó en 1977, y Roque se disparó un tiro en 1986. También Pablo, nieto del artista, se suicidó pocos días después de la muerte del pintor.