Entre los libros que conserva el Archivo Histórico de la Provincia, los referidos a las Juntas de Temporalidades, que administraron los bienes de los jesuitas luego de que estos fueron expulsados del Virreinato del Río de la Plata, se encuentran entre los más consultados.
El director del Instituto de Investigaciones Históricas “Ramón Leoni Pinto” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, Luis Bonano, expresó que más que la presencia de los jesuitas en Tucumán, se ha investigado muchísimo la ejecución de sus bienes. Es decir, las entonces denominadas “temporalidades” (nombre que indicaba un patrimonio “temporal”, para diferenciarlo del espiritual). Ese propósito llevó al Instituto a firmar un convenio con el Archivo Histórico, a fines de la década del 90.
Las profesoras Marta Inés Zavalía de Montilla y María Eugenia Capuano tuvieron a su cargo la transcripción de los documentos. Expresó Montilla que el trabajo abarcó desde 1767 hasta 1792, año en que se disolvieron las Juntas de Temporalidades y los pocos bienes que quedaban del patrimonio jesuita, pasaron al ramo de Hacienda del Gobierno de Tucumán. Llevaron a cabo, dijo, una transcripción textual, respetando la ortografía y la sintaxis con la que se escribieron, a fin de que los investigadores cuenten con un material fidedigno. A la vez, se protege de ese modo a los documentos originales, que estaban muy desgastados por la consulta. La profesora comentó que los jesuitas habían desarrollado una vasta actividad económica en la provincia. “Tenían viñedos en Vipos, cultivaban tabaco, caña de azúcar y otros productos; poseían una fábrica de jabones que exportaban a Potosí, tenían curtiembres y ganado”, destacó.
Ocho tomos
Bonano, por su parte, señaló que el Instituto hizo copias informáticas de los documentos y se encargó de la impresión de los libros. “Son ocho tomos en total, de los cuales ya se imprimieron siete y sólo falta uno”, afirmó. De cada uno se hicieron 500 ejemplares que fueron divididos en mitades para el Instituto y para el Archivo Histórico.
El profesor de Historia agregó que hay interés en saber de qué manera los jesuitas construyeron su capital en Tucumán, ya que sus posesiones se extendían desde Tafí del Valle hasta Monteros y, por todo el piedemonte, hasta el río Tapia. Pero lo más importante es que, cuando fueron expulsados del país, el Gobierno español, a través de las autoridades coloniales, vendió las tierras y las propiedades, según explicó Bonano.
“Estos bienes quedaron en manos de funcionarios coloniales y de la parte más relevante de la población de origen español, pero a partir de ese momento, se generaron títulos de propiedad ciertos. A tal punto es así que, cuando se analizan los censos agropecuarios, en el resto de las provincias del NOA los campesinos no tienen títulos ni campos perfectamente delimitados, mientras que en Tucumán sí los hay, al menos en la parte central más fértil”, dijo el profesor.