Dos hijos, dos versiones, una historia

Dos hijos, dos versiones, una historia

Uno es el hijo de un desaparecido. El padre del otro está detenido y procesado por ese caso. Ambos accedieron a realizar una entrevista conjunta en LA GACETA.

CARA A CARA. El diputado peronista y el senador republicano expusieron sus discrepancias y sus coincidencias en LA GACETA. LA GACETA / JOSE NUNO CARA A CARA. El diputado peronista y el senador republicano expusieron sus discrepancias y sus coincidencias en LA GACETA. LA GACETA / JOSE NUNO
24 Marzo 2006
Los dos son parlamentarios nacionales, pero representan a partidos con ideologías diferentes. Ensayan encendidas defensas de las instituciones, pero tienen enormes discrepancias en lo referido a la historia reciente de la Argentina. El diputado nacional Gerónimo Vargas Aignasse y el senador nacional Ricardo Bussi son padres, pero nada los separa tan abismalmente como el hecho de ser los hijos de quiénes son. El padre del primero es el ex senador provincial Guillermo Vargas Aignasse, desaparecido hace hoy 30 años. El padre del segundo es el general (r) Antonio Domingo Bussi, actualmente detenido y procesado en la causa que investiga, precisamente, la desaparición de Vargas Aignasse.
Ambos accedieron a realizar una entrevista conjunta en LA GACETA, en la que narraron cómo vivieron el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y revelaron de qué manera esa asonada militar cambió sus vidas.

L.G. - ¿Qué recuerdan del día del golpe de Estado?
G.V.A. - Mi papá desaparece el 24 de marzo. Yo tenía cinco años cuando entraron los militares a mi casa y dieron vuelta todo. Mi hermano mayor sufrió mucho el trauma de la irrupción; yo sufrí mucho el trauma y el estigma de ser el hijo de un desaparecido de la dictadura. Los primeros años de la democracia fueron muy duros, porque el “por algo habrá sido” se mantuvo vigente. Y los militares, salvo hasta estos últimos años, nunca hicieron una autocrítica. Al contrario, siempre se vanagloriaron de lo que hicieron; además, hubo sectores del periodismo funcionales. A veces sentí el rechazo de los padres de algunos chiquitos de los que me hacía amigo cuando se enteraban que era el hijo de un desaparecido.
Muchos hijos de desaparecidos esperamos una respuesta. Así como cuando éramos niños teníamos la esperanza de que tocaran el timbre y volviera el papá. Era un sueño permanente; era volver a la normalidad, como si nada hubiera ocurrido.

R.B. - Yo era más grande que Gerónimo, tenía 14 años. El 24 de marzo, para mí no fue muy distinto del 23 o del 25. Es más, tampoco fue muy distinto mudarme de Buenos Aires a Tucumán en setiembre del 75, porque vivimos siempre con mucho miedo. A esa edad, tenía custodia personal y no por libre elección. Viví de cerca la violencia política desde que tengo uso de razón. El general (Cesáreo) Cardozo era el gran amigo de mi padre, como si fuera su hermano. Y sus hijos eran íntimos amigos míos. El sufrió la voladura de su cama matrimonial a manos de Ana María González.
Me sorprendió de Tucumán, y lo digo con mucho respeto por Gerónimo, el gran apoyo popular al golpe y la congratulación de la gente. Me acuerdo que los domingos salíamos a almorzar y me daba mucha vergüenza, porque nosotros entrábamos a un restaurante y la gente dejaba de comer y se paraba a aplaudir y a saludar a mi padre. Y demorábamos mucho en instalarnos a la mesa. Después, de grande, fui estudiando qué paso y empecé a comprender.

L.G. - ¿Qué significa para ustedes la palabra “padre”?
R.B. - La autoridad, la ley, el orden, el ejemplo, la vida.
G.V.A.- Un vacío muy grande.

L.G.- ¿Qué explicación dan a sus hijos, o les darían en el futuro, de esa etapa de la historia?
G.V.A. - Como dice Marío Benedetti, en América Latina hubo “dictablandas” y en la Argentina hubo realmente una dictadura. No fue un mecanismo de defensa del país, porque el Operativo Independencia, aquí, se da entre marzo y octubre o noviembre del 75. Acdel Vilas lo termina. A partir de ese momento, hay una decisión política de la cúpula militar de tomar el poder. No digamos que no pasaba nada, porque había una situación de inestabilidad política y social. Pero el remedio fue mucho peor que la enfermedad, porque no fue un remedio. No había manera de pensar distinto. Después de la dictadura, terminados absolutamente endeudados. No éramos la región más pobre del mundo, porque siempre fue Africa; pero era la región con mayor diferencia entre el que tenía y el que no. Y hay cosas que no son justificables. El robo de niños y la sustracción de identidad, ¿eran necesarios para combatir la subversión de un sector de izquierda? Porque no salieron a decir que hubo excesos. Recientemente, lo hizo (el general Martín) Balza. Y hay aún militares que siguen diciendo que no hubo. Van recuperando 71 personas con identidad sustraída por la dictadura. ¿Sabés lo que es que para una madre que la están torturando que la hagan parir como un animal, le roben el hijo y después vuelvan a torturarla y la maten? ¿Alguien puede decir que eso era necesario para resolver la crisis institucional de un país? ¡Qué declare Bussi en la causa! ¡Queremos saber qué pasó! ¡Tenemos el derecho como ciudadanos, como cristianos, como argentinos, a saber qué pasó! No queremos que se lleven a la tumba esos años de historia, que son de todos y que son de las víctimas.
Llevamos muchos años de impunidad. Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final fueron leyes con un vicio de consentimiento absoluto. Había 5.000 militares en condiciones de ser procesados, con armas y con poder, habituados a la metodología de atemorizar. Fue difícil. Había que estar en ese momento. Hay muchas cosas que hoy se siguen sosteniendo, como la teoría de los dos demonios. Algo horrible, pues si eran demonios, uno era un “demoniazo” y el otro un demonio chiquito. Como sinónimo de igualdad, no podemos sostener esa teoría. Es desdoroso y hasta insultante.

R.B. - En esta parte no estoy en nada de acuerdo con Gerónimo. En nada. Tengo hijas grandes. Una de 15, otra de 14 y una de 9. Y, por supuesto que es un tema de debate que aparece de modo permanente, pues ellas llevan mi apellido. En todos los órdenes de la vida, no sólo este, cada vez que me pasa algo trato de ver qué sucedió y qué hice yo para favorecerlo. Por eso, creo que para explicar un hecho político, es casi inmaduro decir: “vinieron estos tipos, hicieron estas cosas”. Los hechos políticos no pueden simplificarse de este modo.
La violencia política en la Argentina no nació el 24 de marzo. Este país nació bajo el signo de la violencia política, que es distinto. Y en la década del 70, esa violencia política se incrementó a niveles exponenciales insospechados. En el gobierno de la señora “Isabel” Perón ocurrieron hechos que, si nos ponemos a revisar los diarios de la época, diremos “qué país de locos”. Creo que aquí no basta con pedir a los militares que hagan su mea culpa y hagan un acto de constricción y de reflexión. Ojo, hay que hacerlo, porque tienen su cuota de responsabilidad. Pero no es suficiente. Sería una meta muy corta. El tema es que los argentinos, todos, pensemos cómo llegamos a esto. Hay que acordarse de las palabras de (Ricardo) Balbín, que era “la alternativa”, en el año 75. El dijo: “a mí no me miren, porque no tengo soluciones”. Eso y decir: “muchachos, vayan y golpeen las puertas de los cuarteles” era, en ese contexto y en ese momento, exactamente lo mismo. De hecho, hay que agarrar la lista de funcionarios del Proceso: no sé si había más peronistas que radicales, pero eran civiles. Desde embajadores hasta secretarios de Estado. Eran argentinos. ¡Y es que no puede ser de otro modo! Era el país que construimos los propios argentinos. Es decir, Gerónimo y yo, no; nada tuvimos que ver con esto. Pero la mala noticia es que la culpa es nuestra. De todos. No se le puede echar la culpa a un tercero. Hay que reflexionar sobre esto para que no vuelva a ocurrir. ¿Hubo excesos? Y sí. ¿Cómo no iba a haberlos? Excesos hubo en Colombia, en Perú, en Venezuela, en Uruguay, en Chile, en Paraguay. ¡La guerra es un exceso! La violencia es un exceso. Y hay evitar llegar a eso. Una vez que estás ahí, es muy complicado evitar el exceso.
Pero ahora, en tiempos de paz, es difícil pensar en ello, cuando el presidente (Néstor) Kirchner encara una campaña fenomenal, con los recursos de la gente, sacándose la culpa y la responsabilidad y adjudicándola a un tercero. Me parece un acto de inmadurez política imperdonable, porque no nos hacemos cargo nunca. Cuando mis hijas me preguntan, entonces, qué pasó, les digo que hubo un error grosero de los argentinos, que no empezó el 24 de marzo sino mucho tiempo antes. Ahora, si vamos a poner una fecha arbitraria, yo la pondría cuando vino Perón a Ezeiza. ¿Por qué no esa masacre y sí el 24? Porque ahora está en boga decir que empezó todo el 24. No creo en esas verdades. Creo más en el compromiso de cada uno. En el ensayo que cada uno debe hacer para que esas situaciones no se den nunca más. Cuando le explico a mi hija, trato de dejarle algo positivo. Porque decir: “esos de verde son los malos y todos nosotros somos los buenos”, a ella no le enseñará nada. Estaría engañándola.


Reconciliar a la sociedad es un desafío difícil de lograr

El diputado y el senador discrepan respecto de declarar el 24 de marzo feriado nacional. “Estoy de acuerdo. No creo que vaya a profundizar heridas”, afirma Gerónimo Vargas Aignasse. Ricardo Bussi votó contra la norma en el Congreso. “Hubiera sido mejor el 10 de diciembre”, sostuvo. Pero coinciden en que la reconciliación de la sociedad será muy difícil.
“Es fácil meter la basura bajo la alfombra y decir: ‘sigamos para adelante, total, no se ve’. Un país serio siempre aplica justicia -afirma el peronista-. Ojalá, en el futuro, tenga la capacidad de perdonar. Le pido a Dios que el día que haya justicia me dé ese don. Pero sólo imaginarme el sufrimiento de una persona torturada me quita la posibilidad de pensar en perdonar. El día que haya sentencia, trabajaré para conseguir ese perdón”, confesó.
“O trazamos una raya y seguimos adelante o revisamos, pero revisamos bien”, plantea Bussi, a su turno. “Comparto lo que dice Gerónimo cuando se imagina a una persona torturada y pienso en el coronel Argentino Larrabure, preso durante 300 días o en el ingeniero José María Paz, que estuvo 21 días muriéndose en un sanatorio por un atentado. Muchos de los perpetradores hoy están en el poder. Mirar la historia con un solo ojo es tentar a la repetición. No se puede favorecer a uno de los bandos”, concluyó.


El Operativo Independencia fue el eje de un contrapunto

La duración del Operativo Independencia fue el inicio de un contrapunto entre Ricardo Bussi y Gerónimo Vargas Aignasse, que se extendió a otros hechos del proceso militar.

G.V.A. - Ricardo hablaba de la campaña de Kirchner (por los 30 años del golpe) con plata del Estado. La dictadura fueron ocho años con plata del Estado.
R.B. - Eso estuvo todo mal.
- Pero nunca lo dijeron.
- Te lo estoy diciendo ahora.
- A tu papá nunca lo escuché hacer una autocrítica. Es más, tengo grabaciones de un programa de (Bernardo) Neustadt en el que decía que no había desaparecidos. Y tu hermano (Luis José Bussi) dice lo mismo.
- Bueno, yo no te puedo hacer cargo a vos de lo que hace tu tío.
- Te quiero decir que Bussi no puede negar que hubo desaparecidos. No nos merecemos eso. Y fue con recursos, plata, uniformes y capacitación del Estado.
- Sí, y ordenado por el Estado. Ordenado por “Isabel” Perón.
- Pero hasta el 30 de noviembre. Cuando terminó el Operativo Independencia.
- ¿Pero por qué decís eso? A esa fecha la ponés vos. ¿Quién dijo que terminó entonces?
- Los militares decían: “terminamos con las fuerzas subversivas...” No son palabras mías.
- Bueno, serán de (Acdel) Vilas, eventualmente. Pero Bussi combatió cuerpo a cuerpo después.
- No logré encontrar eso en los medios de ese momento.
- Tengo documentación que te puedo facilitar sobre los hechos de guerra luego de Vilas.
- Sería bueno. (...) Pero mi pregunta es: ¿por qué no volvíamos antes a la democracia?
- Fue un error imperdonable
- Vos imaginate: ocho años de dictadura salvaje...
- No, no Gerónimo. La historia no es así. Y la política, tampoco. No son compartimentos estancos.
- Del 76 para adelante es una historia; y para atrás, es otra.
- No. Somos los mismos argentinos, con  la misma cultura, con la misma inmadurez.
- Pero no eran necesarios ocho años de dictadura sangrienta.
- Seguro que no.
- Me hubiese gustado oírlo no de vos, porque sé que sos un tipo razonable, sino de los militares que tuvieron responsabilidades. (...) Hoy, nuestro desafío es decir la verdad: que la dictadura, si debería haber sido, dado el golpe y caída la democracia, debió ordenar todo rápidamente y convocar a elecciones. No se hizo así. Fue un objetivo político del Ejército, que funcionaba como partido.
- Yo creo que no debió haber existido el golpe, Gerónimo. Y el endeudamiento que hicimos los políticos es 70 veces más importante que el de los militares. Dejemos de disfrazarnos de marcianos.