
UNIDOS. Javier Pérez posa en una cancha de básquet junto al plantel de Juan Bautista Alberdi.

Hay historias que nacen en una cancha y se cuentan desde el corazón. La del entrenador Javier Ramón Pérez está hecha de constancia, pasión y una fuerza silenciosa que conmueve a todos los que lo conocen. Su vida gira alrededor del básquet y, aun cuando el cuerpo le puso límites desde el nacimiento, él eligió no detenerse. El deporte le dio amigos, identidad y un lugar en el mundo. Hoy, ese mismo mundo del deporte es el que puede tenderle una mano para lograr un sueño sencillo pero enorme: moverse con autonomía.
Javier nació con osteogénesis imperfecta, una condición conocida como “huesos de cristal”. A lo largo de su vida sufrió más de 50 fracturas, muchas tratadas solo con yeso para evitar daños mayores. “Antes me quebraba muy fácil. Con el tratamiento en la adolescencia fui mejorando, pero convivís siempre con el riesgo”, contó Pérez, con la calma de quien aprendió a convivir con la fragilidad sin permitir que lo defina.
Su vínculo con el básquet empezó cuando era chico. Un día fue a ver un partido y quedó impactado. “Me gustó tanto que pedí que me llevaran siempre”, recordó Pérez, que empezó ayudando en los entrenamientos, luego se capacitó formalmente y hoy lleva más de 12 años como entrenador de categorías formativas. Actualmente trabaja en el Club Belgrano, donde se convirtió en un referente querido por chicos y chicas que encuentran en él un ejemplo de superación cotidiana.
Pero su vida no se limita a la cancha. También trabaja en el área de semáforos de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Entre entrenamientos, horarios laborales y actividades diarias, sus traslados dependen casi siempre de su papá o de amigos. Y ahí aparece su sueño: lograr la independencia que nunca tuvo. “Muchas veces dependo de mi papá o de mis amigos para ir al club”, reconoció.
Ese objetivo tomó forma cuando vio un acople motorizado para silla de ruedas, primero en redes sociales y después en Buenos Aires, cuando pudo observarlo en uso real. “Lo vi y dije: esto me puede cambiar la vida”, contó Pérez. El dispositivo se fabrica solo en la capital del país y transforma la silla en una especie de triciclo motorizado, permitiendo desplazarse con agilidad y seguridad.
EL SUEÑO A CUMPLIR. Esta es la bicicleta que necesita Javier para tener movilidad propia.
Pedido de colaboración
El problema es el costo: siete millones de pesos. Una cifra imposible de afrontar solo. Por eso comenzó una campaña solidaria con una idea simple: 7.000 personas donando $1.000 cada una. “Con el acople podría moverme solo, ir a entrenar, trabajar y manejar mis tiempos”, explicó. No busca lujos. Busca autonomía. Y dignidad.
Su historia no es la de alguien que se resigna. Es la de alguien que eligió seguir. “El básquet es todo para mí. Gracias a él conocí amigos y encontré mi lugar”, aseguró Pérez y deja un mensaje que vale para cualquiera. “No es fácil, pero se puede. Cada uno encuentra su espacio. A mí el deporte me ayudó muchísimo”.
Más información para colaborar
Quien quiera ayudar puede hacerlo a través del alias de Mercado Pago: Acopleparajavi (Nombre: Javier Ramon Perez) o comunicándose al 3816 20-4867.







