“Me fui muy chico”: la historia personal de Jorge Juárez y su llegada como refuerzo de San Martín

El volante se convierte en refuerzo del "Santo" tras una carrera construida lejos de casa, marcada por el desarraigo, la perseverancia y años de recorrido en la categoría.

REFUERZO. Tucu Juárez llega a San Martín, tras disputar la temporada pasada en San Miguel. REFUERZO. "Tucu" Juárez llega a San Martín, tras disputar la temporada pasada en San Miguel.

En los pasillos de La Ciudadela se empiezan a transitar los primeros días de un nuevo ciclo y, con el regreso a los entrenamientos previsto para este viernes, el mercado de pases comienza a ofrecer señales concretas. Entre los nombres que aparecen en escena está el de Jorge “Tucu” Juárez, mediocampista tucumano que se encamina a convertirse en refuerzo de San Martín y cuya llegada no sólo responde a una necesidad futbolística, sino también a una historia personal atravesada por la distancia, el sacrificio y la perseverancia.

Juárez es un volante de recuperación, intenso y solidario, que puede desempeñarse como interior, doble “5” o por el sector derecho del medio campo. No se trata de un jugador de estadísticas rutilantes, sino de esos futbolistas que sostienen al equipo desde el esfuerzo. “No esperen goles ni asistencias. Mi juego es correr, meter y recuperar para mis compañeros”, dijo Juárez en diálogo con LA GACETA. Justamente ese perfil, curtido en la Primera Nacional, es uno de los puntos que San Martín valora a la hora de pensar el armado del plantel.

Pero su historia empieza mucho antes de la categoría y de los estadios llenos. Nació en Leales, más precisamente en el interior de la provincia. Allí creció, rodeado de su familia, hasta que muy joven entendió que para intentar cumplir el sueño del fútbol debía irse. “Yo vivía cerca del Ingenio Leales. Me fui muy chico, a los 15 años, porque buscaba esto. No buscaba llegar a Primera, sino ver qué posibilidades había”, contó Juárez.

La salida no fue sencilla ni romántica. Tampoco tuvo como destino inmediato a los grandes clubes de la provincia. “Nunca tuve la posibilidad de ir a Atlético o a San Martín. Me quedaba en la otra punta y económicamente no estaba para hacer esos viajes todos los días”, explicó el volante de 29 años. La alternativa fue Mar del Plata, donde un tío podía darle una mano. “Ahí tenía ayuda y era distinto”, resumió. Así, siendo apenas un adolescente, se mudó solo y empezó a convivir con la distancia.

Esa distancia se volvió rutina. “Volvía a Tucumán sólo para las fiestas. Pasaba Navidad y Año Nuevo con mis padres, y después volvía otra vez”, recordó Juárez, que fueron años de crecimiento forzado. “Yo soy el más chico de mi familia, era el ‘nene de mamá’. Al principio fue complicado, pero era un sueño que tenía que cumplir. No quedaba otra, era matar o morir”, confesó.

En Mar del Plata comenzó el recorrido formal. Clubes del fútbol local como Quilmes, pruebas constantes y los primeros viajes largos. “Arranqué en un club que me quedaba cerca de donde vivía mi tío y empecé a ir a prueba”, relató. Ese camino lo llevó a Buenos Aires, donde integró la quinta y cuarta de San Lorenzo. Parecía el paso definitivo, pero el fútbol volvió a golpear. “Quedé libre por la cantidad de jugadores que había. Ya tenía casi 20 años y fue difícil”, reconoció.

Ese momento puso todo en duda. “Uno tiene la expectativa de llegar a Primera y cuando eso no pasa pensás que se terminó el sueño”, admitió. Sin embargo, decidió intentarlo una vez más. Ese “último cartucho” fue Aldosivi. “Me vine a probar como último intento. Fui a matar o morir porque ya tenía edad y necesitaba jugar”, contó Juárez. Allí logró hacerse profesional y empezar a sumar rodaje real.

EN FAMILIA. Juárez se volvió un jugador muy querido por el hincha de Gimnasia de Jujuy. EN FAMILIA. Juárez se volvió un jugador muy querido por el hincha de Gimnasia de Jujuy.

Referente en Jujuy

Después llegaron Sacachispas, la experiencia en el ascenso y la pandemia, que frenó muchas carreras y obligó a replantear caminos. El siguiente paso fue decisivo: Jujuy. En Gimnasia encontró continuidad, estabilidad y pertenencia. “Fueron cuatro años increíbles. La gente se portó muy bien conmigo, la hinchada, el club. Fue duro despedirme”, dijo.

En el “Lobo” superó el centenar de partidos oficiales y se ganó el cariño del hincha. Por eso, la salida no fue sencilla. “Estuve esperando el llamado y no llegó. Me fui con mucho dolor, porque fue mi casa”, expresó Juárez en su despedida, dejando en claro el vínculo profundo que había construido con la institución jujeña y con su gente.

En “La Tacita de Plata” también apareció una figura clave para su carrera. “El técnico que más me marcó fue Arnaldo ‘Cacho’ Sialle. Fue el que mayor confianza me dio. Jugué muchísimo con él y aprendí mucho”, destacó el volante. Bajo su conducción, Juárez terminó de afirmarse como futbolista de equipo, de esos que no se explican desde los números, sino desde el esfuerzo constante, el orden táctico y la intensidad sostenida.

Tras su etapa en Jujuy, el mediocampista dio un nuevo paso y recaló en San Miguel, donde volvió a competir en un contexto de máxima exigencia. El “Trueno Verde” armó un plantel cargado de nombres fuertes, con futbolistas de trayectoria y peso específico en la categoría, pero el objetivo mayor se les terminó escapando. “La categoría es durísima. Podés tener figuras, nombres importantes, pero si no sostenés la intensidad partido a partido, no alcanza”, analizó Juárez, con la experiencia de quien atravesó un torneo largo y desgastante.

En ese recorrido también se cruzó con Mariano Campodónico, ex técnico de San Martín, con quien compartió charlas y bromas en los cruces de la categoría. “Siempre nos jodíamos. Cuando nos enfrentamos, él me decía: ‘si sos tucumano, es el Santo’”, contó entre risas. El vínculo se mantuvo con el tiempo y, más allá de que el llamado formal no llegó en ese momento, la idea de vestir la camiseta rojiblanca empezó a tomar forma. “Después, cuando nos volvimos a cruzar, me dijo que me iba a llamar. Siempre quedó esa buena relación”, agregó.

Lo que se viene

En ese contexto también aparece la figura de Andrés Yllana, quien comenzará a conducir al plantel y ya empezó a marcar algunas líneas del proyecto. Juárez lo conoce de la categoría y sabe qué tipo de exigencia plantea. “Lo conozco de enfrentarlo. Todavía no hablamos personalmente, pero sé cómo trabajan sus equipos”, contó. El primer contacto fue breve, pero directo. “Me pidió que esté lo antes posible en el club. Eso para un jugador es lo máximo, porque significa que te necesita y que confía en vos”, explicó.

Para Juárez, ese gesto no es menor. “Cuando un técnico te dice que quiere que estés ya entrenando, te genera un compromiso distinto. Tenés que aprovecharlo y demostrar que estás preparado”, remarcó. La idea de sumarse desde el inicio del ciclo, incluso en plena etapa de adaptación y armado del plantel, refuerza su intención de ser parte activa del proceso y no un nombre más dentro del mercado. “Me agarra en una etapa muy buena. El año que viene cumplo 30 y creo que es la mejor etapa”, aseguró Juárez.

Volver a Tucumán no es un detalle menor en su historia. “Era algo que buscaba hace bastante. Hoy me toca San Martín y, como tucumano, es un orgullo”, afirmó Juárez, que es consciente del contexto al que llega. Conoce la exigencia del hincha, la presión de La Ciudadela y el peso que tiene cada partido. “La gente te motiva el doble. Es una de las canchas que más convoca y eso le da un plus al club”, destacó, sin esquivar la responsabilidad que implica defender la camiseta del “Santo”.

Mientras tanto, espera en Mar del Plata junto a su esposa y su hija, pasando las fiestas y siguiendo de cerca cada novedad. El regreso a los entrenamientos está previsto para este viernes y su deseo es claro. “Me pidieron que esté lo antes posible en el club. Eso significa confianza y compromiso”, remarcó.

Su historia, marcada por salidas tempranas, sacrificios silenciosos y caminos largos lejos de casa, está lista para escribir un nuevo capítulo. Esta vez, con la camiseta de San Martín y más cerca de sus raíces.

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