

Tanto la Municipalidad de San Miguel de Tucumán como la Universidad Nacional de Tucumán han publicado artículos recientes vinculados con los problemas que causan los ruidos en la vida urbana.
En el caso de la UNT, un estudio llamado “Acústica y Ruido: el impacto en nuestra calidad de vida” afirma que el problema está invisibilizado “porque vivimos en una cultura del ruido”. Según la Organización Mundial de la Salud a partir de los 85 decibeles ya hay problemas. Ese ruido produce una licuadora a 50 cm. de distancia, un auto a 100 km a corta distancia produce 70 db. Un ruido puede ser dañino para la salud física, psíquica y social y en la ciudad hay una gran carga de emisores sonoros. “Los habitantes de la ciudad estamos expuestos a ruidos que son un factor de enfermedad significativo”, dice el informe universitario, que añade: “en Tucumán en particular somos muy transgresores... aunque está prohibido, el uso de la bocina en forma excesiva hace que la vida en la ciudad sea imposible”, y menciona que en los accesos a las escuelas y en la zona comercial la contaminación acústica “hace que la gente llegue a sus hogares con dolores de cabeza y con problemas acústicos severos”. Constantes sirenas de ambulancias (también motoambulancias) mientras intentan atravesar el tránsito embotellado, lo cual genera bocinazos de los conductores; negocios con parlantes con estruendo hacia la vereda; uso de pesados carros metálicos de transporte de electrodomésticos (como heladeras) con enormes rulemanes como ruedas, que hacen fuertes ruidos en las peatonales. Esto entre varias agresiones sonoras más de gente habituada a producir ruido y escuchar música con alto volumen.
Por su parte, la Dirección de Salud Ambiental alerta sobre los efectos nocivos de los ruidos molestos en una publicación del 6 de noviembre, en la que se informa que el Municipio recibió más de 1.700 denuncias por ruidos molestos en 2025 y que responde a los reclamos con operativos para controlar que no haya contaminación sonora en la capital, en cumplimiento de las ordenanzas vigentes. “El ruido enferma”, afirmó la directora de Salud Ambiental. Uno de los funcionarios señaló que los operativos in situ más frecuentes se realizan “sobre todo en los denominados after o locales que están al aire libre que no tienen insonorización y muchas veces no tienen las habilitaciones correspondientes y por lo general son lugares que no están acondicionados para eso”.
No se informó cuántas de esas denuncias han derivado en multas, sanciones menores o clausuras, y tampoco si la situación se está incrementando, o bien si está disminuyendo o está igual que cuando asumieron las actuales autoridades, lo cual podría dar una idea de la gravedad del problema. Pero el hecho de que las dos instituciones hayan encarado estudios de la contaminación sonora urbana indica que se advierte una situación preocupante en la sociedad, que requiere acciones para atenuar los efectos de la contaminación sonora. Esto es, medidas en lo inmediato; campañas de concientización y programas para lograr una ciudad más silenciosa en el futuro.







