De miles de plántulas de caña solo unas pocas avanzan

Una experta narró parte del proceso de generación de una nueva variedad.

INVESTIGACIÓN. Desde hace tiempo, la Eeaoc induce la floración, que es muy irregular en nuestra provincia. INVESTIGACIÓN. Desde hace tiempo, la Eeaoc induce la floración, que es muy irregular en nuestra provincia.
Hace 22 Hs

“Cuanto mejores sean los padres, mayores son las probabilidades de lograr un buen hijo”, resume Carolina Díaz Romero. La metáfora grafica muy bien el espíritu de la tarea: cada cruce es una apuesta a futuro, con la esperanza de que en esa combinación nazca la caña que dentro de 15 años será el pilar de la agroindustria.

Antes de llegar al campo de los productores, las plantas deben pasar por un proceso con condiciones muy particulares. En Tucumán, la caña florece de manera irregular, pero para los fines del mejoramiento es fundamental asegurar la floración de los progenitores elegidos. Por esto, desde hace más de seis décadas, la Eeaoc induce la floración en cámaras fotoperiódicas, estructuras donde se manipula la duración de los días y las noches para que las cañas seleccionadas produzcan inflorescencias listas para el cruce.

La floración se inicia a principios de marzo y se extiende hasta junio. Cada día se observa qué flores están listas para cruzar. Se define su rol como progenitor masculino (con polen abundante) o femenino (con poco o sin polen). Y llega el momento más importante: la decisión sobre qué cruces realizar. Esta elección se toma teniendo en cuenta una amplia base de datos del programa, que contiene información de cada progenitor, historial de uso, calidad de descendencia y disponibilidad de semilla en stock.

Una vez definidos los cruces, se procede al armado de los cruzamientos en cubículos aislados para evitar contaminación. En invernáculos especialmente acondicionados, esas flores se cuidan hasta obtener la semilla sexual.

Cada semilla es un embrión único, distinto a todos los demás. “La semilla sexual es la única manera de generar variabilidad genética”, explica Carolina. Esa variabilidad es la materia prima del mejoramiento: sin ella, la caña sería siempre idéntica, incapaz de adaptarse a nuevas exigencias o amenazas.

En invierno, las semillas obtenidas en los cruzamientos se siembran en bandejas. De allí brotan miles de plántulas diminutas que a simple vista parecen idénticas entre sí. Pero cada una es irrepetible: un experimento genético en miniatura. Es la etapa 1 de la selección clonal, donde comienza el largo proceso de evaluar y descartar.

“Lo más impresionante es la escala”, señala. “De miles de plántulas, apenas unas pocas avanzan. La gran mayoría queda en el camino porque no reúne las características que buscamos”. El trabajo es paciente y minucioso: cada plántula se trasplanta a campo, formando una cepa donde se observa su porte, número de tallos, diámetro y vigor.

La comparación no admite pausas. A lo largo de las siguientes etapas, las parcelas van creciendo y las exigencias se vuelven más rigurosas. En las etapas 2 y 3 de selección clonal intermedia se descartan clones con bajo contenido de azúcar, con problemas de sanidad o con características agronómicas poco favorables. “Cada decisión es definitiva. Si un clon se descarta, no hay vuelta atrás”, dice la especialista.

El proceso avanza como un embudo: de miles de candidatos iniciales, quedan apenas unas decenas que merecen continuar. Se trata de plantas que no solo muestran rendimiento cultural y fabril, sino también tolerancia a enfermedades, buena calidad de jugo, adaptabilidad al corte mecánico y a la cosecha en verde, un aspecto cada vez más importante para la provincia.

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