SARCÓFAGO. Una estructura cubre el contenedor seguro en el que esta confinado el cuarto reactor de Chernobyl, dañado en la explosión de 1986.
El escudo protector que cubre el reactor nuclear de la central de Chernobyl, en el norte de Ucrania, ya no cumple plenamente su función de contención, tras haber sido dañado por un ataque con drones ocurrido a comienzos de 2025. Así lo determinó una misión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que inspeccionó el lugar en las últimas semanas.
La estructura, denominada Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), fue diseñada para aislar los restos del reactor número 4 —que explotó en 1986— y evitar la liberación de material radiactivo al ambiente. Sin embargo, los inspectores concluyeron que el impacto comprometió varias de sus “funciones de seguridad primarias”, incluida la capacidad de confinamiento.
Daños confirmados tras el ataque
Ucrania había denunciado en febrero que drones rusos atacaron deliberadamente instalaciones dentro del área de exclusión de Chernobyl, acusación que Moscú negó. No obstante, imágenes satelitales, registros fotográficos y evaluaciones técnicas posteriores confirmaron el impacto y un incendio que afectó el revestimiento externo de la gigantesca estructura metálica.
Según el OIEA, no se detectaron daños irreversibles en los sistemas internos de monitoreo ni en las bases de soporte del NSC. Sin embargo, el deterioro fue suficiente para debilitar la integridad general del escudo, lo que encendió alertas a nivel internacional.
No hay riesgo inmediato, pero sí preocupación
Pese al tono severo del informe, especialistas internacionales intentaron llevar calma. El científico ambiental británico Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth, afirmó a la BBC que la situación “no es motivo de pánico”.
El experto explicó que el mayor riesgo en Chernobyl sigue siendo el polvo radiactivo contenido dentro del viejo sarcófago de hormigón, construido por la Unión Soviética tras la explosión de 1986. Ese material, aseguró, permanece confinado bajo varias capas de protección y no hay indicios de una dispersión inminente.
Una obra pensada para durar un siglo
La explosión del reactor 4, ocurrida en abril de 1986, liberó enormes cantidades de radiación y provocó una de las peores catástrofes nucleares de la historia, con impacto sanitario y ambiental en gran parte de Europa.
El primer “sarcófago” levantado tras el accidente fue concebido como una solución provisoria, con una vida útil de apenas 30 años. Por ese motivo, décadas después se construyó el Nuevo Confinamiento Seguro, una colosal estructura de 110 metros de altura y 256 metros de ancho, ensamblada durante nueve años y luego deslizada sobre el reactor dañado.
La obra tuvo un costo de 2200 millones de euros y fue financiada por la Unión Europea, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y 45 países, con el objetivo de garantizar la seguridad del sitio por al menos 100 años. El ataque con drones, sin embargo, puso en duda esa previsión y reavivó temores sobre la vulnerabilidad de infraestructuras nucleares críticas.
La advertencia del OIEA
Durante una reciente visita a Ucrania, el director general del OIEA, Rafael Grossi, advirtió que las reparaciones deben realizarse con carácter urgente para evitar un deterioro mayor.
“La restauración oportuna e integral sigue siendo esencial para garantizar la seguridad nuclear a largo plazo”, señaló el diplomático argentino, quien además supervisó subestaciones eléctricas vinculadas al funcionamiento de las plantas nucleares del país.
Grossi recordó que estas infraestructuras son clave tanto para la refrigeración de los reactores como para la distribución de energía a hogares e industrias, en un contexto marcado por ataques reiterados a la red eléctrica ucraniana.
El monitoreo del OIEA se desarrolla en medio de una creciente preocupación internacional por la seguridad nuclear en zonas de conflicto armado, un escenario que vuelve a colocar a Chernobyl en el centro de la agenda global.







