Del consultorio al vestuario: la historia desconocida del masajista de Atlético Tucumán

Durante casi dos décadas, “Cacho” Cortez se convirtió en una presencia indispensable en el "Decano". Sus manos, su escucha y su dedicación silenciosa marcaron la vida de generaciones de futbolistas.

EQUIPO. Dante Cortez (en el medio) posa junto a los otros masajistas del plantel decano: Mario Méndez (izquierda) y Eduardo “Peluche” Quinteros (derecha). EQUIPO. Dante Cortez (en el medio) posa junto a los otros masajistas del plantel "decano": Mario Méndez (izquierda) y Eduardo “Peluche” Quinteros (derecha).
04 Diciembre 2025

El 5 de diciembre se celebra el día del masajista, una fecha que rinde homenaje a Hipócrates, el médico griego que defendía el uso del masaje como herramienta terapéutica. En el fútbol, pocas profesiones son tan silenciosamente decisivas como esta. Y en Atlético Tucumán, ese rol tiene un nombre que todos reconocen: Dante Andrés “Cacho” Cortez, 58 años, quien en enero cumplirá dos décadas trabajando en el club.

En el día a día del “Decano” su presencia es indispensable. Las mañanas de Atlético empiezan muchas veces en su consultorio improvisado, en donde sus manos alivian dolores y, a la vez, su oído acompaña como el de un psicólogo.

“Los jugadores vienen con dolores físicos, pero también con problemas personales”, dice. “El consultorio es un lugar en el que pueden desahogarse. Ellos también quieren saber de nuestra vida, de la familia… Se arma un vínculo muy fuerte”, agrega.

Cortez vive desde hace 30 años en El Manantial, cerca del complejo, pero nació en Los Nogales y pasó parte de su infancia junto al Ingenio Concepción y también en Alderetes. Su medio de transporte habitual es la bicicleta. “Es salud. Soy hipertenso, asmático y tuve dos veces neumonía bilateral, así que para mí moverme es fundamental”, explica.

Su ingreso al club ocurrió durante una prueba exigente bajo la mirada de Jorge Solari. “Fue durísimo, muy profesional. Yo aprendía algo nuevo todos los días”, asegura el hombre que hoy comparte su área con otros profesionales: los masajistas Mario Méndez y Eduardo “Peluche” Quinteros, y los kinesiólogos Patricio Peralta y Maximiliano Alfaro.

En un momento de la charla, la emoción lo quiebra a “Cacho”. “Me acuerdo de los que ya no están; del “Chulo” Rivoira, de César Fuentes, del arquero Daniel Ibáñez, en Ecuador, y lo de Andrés Balanta, que fue durísimo. Estábamos ahí, lo asistimos con el doctor Marcelo Montoya y lo llevamos al Centro de Salud… No se pudo hacer nada. Fueron meses muy difíciles”, jura.

RITUAL. Luego de los partidos que gana Atlético, los colaboradores se reúnen para sacarse una fotografía. RITUAL. Luego de los partidos que gana Atlético, los colaboradores se reúnen para sacarse una fotografía.

Después, vuelve a sonreír al hablar de las satisfacciones que le dio el club y de su otro trabajo, en Ateneo Parroquial Alderetes, en donde también logró ascensos y grandes campañas.

Está casado con Rosa; es papá de Álvaro, Maximiliano, María y Elías y un orgulloso abuelo. “Ellos me dan fuerzas todos los días”, dice.

“Para nosotros es una alegría enorme cuando gana Atlético. Es ver el resultado de toda la semana. Cuando un jugador vuelve de una lesión y rinde bien, es como un gol. Por eso después de los partidos nos juntamos todos; masajistas, kinesiólogos, utileros, preparadores físicos, médicos, el entrenador de arqueros y la nutricionista. Somos un equipo detrás del equipo”, remata el alma silenciosa del “Decano”. (Producción periodística: Carlos Oardi)

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