“El fútbol es el deporte más lindo y sano del mundo, porque se equivoque uno no tiene que pagar el fútbol… yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Así se despedía el mejor futbolista argentino de todos los tiempos, una tarde de 2001, en su partido homenaje. y lamentablemente, a cinco años de su muerte, su deseo no se cumplió. Lo decimos ante el oscuro momento que atraviesa el fútbol argentino, debido al enfrentamiento entre la AFA y Estudiantes de la Plata, después del “título de escritorio” otorgado a Rosario Central. Damos fe, con más de 50 años de pasión futbolera, que nunca nuestro fútbol, esencia de la argentinidad, atravesó un momento parecido. Quizás sí crisis deportivas resonantes o momentos de trágica violencia, pero nunca un combo como este, de raíces multicausales: arbitrajes deplorables; partidos amañados con un claro favoritismo; declaraciones desmesuradas de dirigentes que justamente deben mostrar lo contrario; violencia descontrolada de los protagonistas ante evidentes perjuicios en el juego; sumas ridículas de dinero para premiar las conquistas deportivas; clubes seriamente comprometidos económicamente por malos manejos, por citar solo algunos ítems. Hace rato que los apasionados por este juego ya venimos notando todo este deterioro, indignados ante una impunidad cada vez más patente. El origen de todos los males es uno solo: la conducción de la entidad madre, hoy en manos de dos personajes, el presidente y el tesorero de la AFA, los verdaderos (y únicos) dueños de la pelota. Nadie duda de que el fútbol profesional de hoy en dia es un multimillonario negocio mundial, en manos de poquísimas personas. Y lo peor de todo: sin ningún tipo de contralor y asombrosamente autónomo de todo tipo de injerencia. No estamos errados en decir que el presidente de la AFA tiene más poder e influencias que el mismísimo Presidente de la Nación, y mucho más siendo campeón del mundo. Un solo dato lo certifica: los ingresos del presidente Milei no llegan a los 50 millones de pesos anuales… el de la AFA se lleva ¡800 millones anuales! Y ese contexto se agiganta cuando el entramado deportivo se extiende al mundo de la política y de la justicia, a saber: esta gestión se originó en el macrismo y el Tribunal de Disciplina está integrado por reconocidos jueces y fiscales de la justicia nacional. ¡Ah!, y el presidente Tapia es además presidente del Ceamse, ente que maneja la recolección de residuos en el AMBA, con notorios contactos sindicales. O sea, la tormenta perfecta para que todo termine en la impunidad absoluta. Nos sobran preguntas que nadie todavía puede contestar: ¿cómo pueden llegar a la Primera División clubes sin ninguna trayectoria ni infraestructura deportiva? ¿Cómo pueden sostenerse económicamente con menos de 3.000 socios, cuando el presidente de Atlético Tucumán dijo que necesitaban mínimamente 25.000 para mantenerse en la categoría? ¿Quién pone el dinero para hacer estadios nuevos? ¿Por qué una provincia carenciada del norte argentino puede hacer un estadio mundialista cuando sus índices de pobreza son alarmantes? La olla se destapó y ya hay denuncias judiciales por lavado de dinero y manejos millonarios de testaferros de los citados dirigentes. Hasta el mismísimo presidente Milei se involucró, tomando partido, y no viajará al sorteo de la próxima copa del mundo. No tenemos ninguna duda de que si “el diez” todavía viviera, no se hubiera llegado a esta situación, sabedores de su innata rebeldía a claudicar ante cualquier poder que se atreviera a quitarnos la única alegría que todavía conservamos: ¡el rodar de una pelota!
Ricardo Rearte
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