Impactantes imágenes: así quedó el río Chirimayo tras la muerte de miles de peces
Las imágenes que llegaron desde el sur tucumano son elocuentes: miles de peces muertos, flotando sobre un agua estancada, oscura y con un olor “nauseabundo”, según describieron quienes estuvieron en el lugar. El dramático cuadro se registró en el río Chirimayo y encendió las alertas sobre la falta de caudal y las consecuencias del déficit de lluvias en pleno período húmedo.
Para comprender qué ocurrió, LA GACETA dialogó con Fabiana Cancino, doctora en Ciencias Biológicas, ictióloga y técnica profesional de la Fundación Miguel Lillo. La especialista analizó las causas y el impacto ambiental del episodio, que también preocupa a las autoridades del municipio de Concepción.
“En el video se ve que no hay agua: es una posa que quedó aislada. Por eso la gran mortandad”, explicó Cancino, quien remarcó que la combinación de altas temperaturas, evaporación, falta de lluvia y retroceso del caudal configura un escenario crítico para la fauna acuática.
Los peces, recordó, respiran el oxígeno disuelto en el agua. Pero cuando el calor aumenta, la capacidad del agua para retener ese oxígeno disminuye drásticamente. “No tienen cómo respirar, entonces mueren asfixiados”, detalló.
La especialista agregó que la distribución de los animales en el borde de la charca indica que el agua se fue “evaporando o infiltrando”, reduciendo cada vez más el espacio vital disponible.
Mojarras adultas y un ecosistema que se resiente
En las imágenes predominan los peces pequeños, pero Cancino aclaró que no se trata de crías, como muchos podrían suponer. “Son peces adultos. Las mojarritas alcanzan ese tamaño; su máximo es de 15 a 20 centímetros”, señaló. Este grupo incluye numerosas especies que habitan los ríos de montaña tucumanos.
Su pérdida no es menor: “Son alimento de peces más grandes como bagres, dorados, bogas o palometas”, subrayó. La mortandad, dijo, no solo afecta el equilibrio de la cadena alimentaria sino también “la recirculación de nutrientes dentro del cuerpo de agua”, una función clave para la calidad del río.
¿Solo falta de lluvias? Otros factores que pudieron influir
El río Chirimayo atraviesa una zona de cultivos, lo que abre la posibilidad de que se hayan realizado erogaciones de agua para riego en un contexto de bajo caudal natural. “Eso también podría ser una de las causas, además de la falta de precipitaciones”, reconoció Cancino.
Desde la Municipalidad de Concepción informaron que octubre registró lluvias abundantes, pero que noviembre muestra un déficit crítico, con apenas 45 milímetros en 27 días en una época que, históricamente, es húmeda.
Un río de montaña sometido a extremos
Cancino recordó que el Chirimayo es un río de montaña que suele tener crecidas bruscas cuando las lluvias son intensas. En esos casos, incluso puede producirse mortandad por causas opuestas: el arrastre de sedimentos puede “taponar las branquias” de los peces y generar asfixia.
Entre las especies habituales mencionó mojarras, bagrecitos de torrente y viejas de agua, y señaló que durante grandes crecidas pueden ascender sábalos, bogas o dorados en busca de zonas altas para reproducirse.
“Esperemos que sea un episodio aislado”
Aunque la mortandad preocupa, Cancino destacó que las mojarritas “se reproducen casi todo el año y son abundantes”, lo que atenúa -aunque no elimina- el impacto ecológico. “Esperemos que sea solamente este episodio y que no se extienda”, cerró la especialista.







