La Argentina ha logrado importantes avances en la reducción de la inflación, el equilibrio fiscal, desregulaciones en diversos sectores, disminución de la tasa de pobreza, baja del riesgo país. A diferencia de las últimas décadas que se caracterizaban por el incremento del déficit fiscal, la inflación, la salida de capitales, la corrupción, etc. Obviamente, con el consecuente desastre de casi toda la dirigencia política, y el derrumbe de las estructuras sociales. Hoy el rol de la dirigencia civil en la creación de productividad es fundamental. Hay que tratar de superar nuestro improductivo comportamiento social para tratar de revertirlo. La sociedad está pidiendo protagonismo. Se están creando canales de participación, especialmente de jóvenes, pero se necesita sumar dirigentes, no sólo desde el ámbito de lo político, sino dirigentes dispuestos a asumir la responsabilidad de constructores de la comunidad. Necesitamos sumar todas las organizaciones no gubernamentales, agrupaciones e instituciones. Desde cualquiera de esas estructuras deben surgir dirigentes. Los cambios que estamos protagonizando exceden la dimensión meramente económica. El cambio es cultural, pues debe insertarse en la conciencia política y social del pueblo. Al mismo tiempo debemos afianzar valores, porque la sociedad está reclamando una visión más ética, más solidaria, en definitiva, más comprometida. La nueva Argentina es la que tiene que pasar de la “macroeconomía de la estabilidad” a la “microeconomía productiva”. Tiene que pasar de lo meritorio que hicieron pocos, a lo difícil que tenemos que hacer entre todos. Aún falta mucho, la reforma previsional, la reforma laboral, la reforma penal, reconstrucción del Estado, para que sea pequeño, fuerte e independiente, para arbitrar sobre sectores, civilizar la política y erradicar la corrupción. Agilizar y fortalecer la Justicia. El crecimiento a mediano plazo dependerá de que el proceso de inversión real sea exitoso. Para eso se requiere una nueva generación empresaria y créditos a largo plazo para hacer realidad nuevos proyectos privados. La educación pasa a ser una prioridad fundamental en este proceso. Es el punto de partida. Educar al pueblo, y esa educación y capacitación, le brinda al ciudadano un activo propio, que luego le dará oportunidades tan numerosas como crecientes. En definitiva, lo hecho es importante, pero el desafío para producir el crecimiento y desarrollo económico que llegue a todos, es fenomenal. Y requiere del compromiso e involucramiento de todas las instituciones de la sociedad civil y la promoción de una clase dirigente ética, con valores y patriotismo.
José Manuel García González
Josemgarciagonzalez@yahoo.com.ar






