Brasil continúa consolidándose como uno de los destinos predilectos para los amantes del surf, con playas que combinan olas consistentes, paisajes imponentes y un ambiente ideal tanto para expertos como para principiantes. En las cercanías de Florianópolis, un punto sobresale por su entorno natural, su energía particular y su cultura ligada al océano: un lugar que volvió a ganar protagonismo en el litoral sur brasileño gracias al auge del turismo deportivo.
Esta playa no solo se destaca por sus condiciones de mar favorables, sino también por el estilo de vida que la rodea. Paisajes preservados, movimiento durante todo el año y una comunidad que celebra la vida junto al agua la han convertido en un espacio indispensable para quienes buscan surf y naturaleza en partes iguales.
Praia do Moçambique, un nuevo referente del surf brasileño
La Praia do Moçambique, ubicada en Florianópolis, fue recientemente declarada Reserva Nacional de Surf, una distinción que subraya su importancia en materia de conservación ambiental, cultura oceánica y promoción de prácticas sostenibles. Con este reconocimiento, la playa se consolida como un punto de referencia nacional donde el deporte convive plenamente con el respeto por el entorno.
Se trata de la playa continua más extensa de la isla de Santa Catarina, con 7,5 kilómetros de longitud, situada dentro del Parque Estadual de Rio Vermelho. Su territorio incluye una diversidad de ecosistemas -dunas, bancos de arena, áreas de Mata Atlántica y lagunas- que albergan aves migratorias, tortugas marinas y especies amenazadas. Además, es considerada el lugar donde nació el surf en Florianópolis.
Conservación, cultura oceánica y participación comunitaria
De acuerdo con Nátali Piccolo, directora del Programa Marino y Costero de Conservación Internacional (CI-Brasil), esta nueva categoría de protección permite integrar deporte y conservación, ya que el surf actúa como una herramienta para fortalecer la resiliencia de los ecosistemas costeros frente al cambio climático y la ocupación descontrolada. El proceso de evaluación técnica analizó la calidad de las olas, la relevancia ecológica y social del área, su valor histórico y cultural para el surf y el nivel de participación de la comunidad local.
Por su parte, Fabricio Almeida, presidente del Instituto de Ecología APRENDER, destacó que el programa va más allá de proteger olas: también reconoce a las comunidades costeras como guardianas de la biodiversidad y como actores fundamentales en la creación de soluciones basadas en la naturaleza.






