Cartas de lectores: Eutanasia (I)

15 Noviembre 2025

Seguí con atención la serie de cartas de los lectores Marcotullio (11/11); Avila (12/11) y Lobo Aragón (13/11), surgidas luego de que el diputado nacional Julio César Cleto Cobos (identificado por el lector Marcotullio como el ex presidente Cleto Cobos, lo que sugiere su intencionalidad manifiesta para llevar el debate a un plano ideológico y no moral, jurídico o simplemente en el de los derechos Individuales), diferenciando a Uruguay (con una Ley de Eutanasia) de la Argentina, por ser la primera una nación mayoritariamente laica, en la que la Iglesia no tiene injerencia sobre las decisiones del Estado. El lector Ávila, por su lado y, con mucho criterio, deja en claro que es un tema muy sensible que no merece ser encasillado en cuestiones religiosas o con sentencias lapidarias imponiendo un blanco o negro, cuando los grises y sus matices son la regla en muchas variables de nuestras vidas. Finalmente, el lector Lobo Aragón transita el mismo sendero que Marcotullio, encontrándole dignidad al sufrimiento, del mismo modo que el primero invita a abrazar la fragilidad. En consecuencia y, haciéndome eco de la sugerencia del Dr. Lobo Aragón en el último párrafo de su carta, despojándome de toda ideología y de cualquier impulso a dictaminar en lugar de escuchar todas las opiniones, me declaro absolutamente a favor de la Eutanasia y reclamo el acceso a la misma como un derecho con igual o mayor dimensión que el que tienen las personas creyentes, porque -en definitiva - estas últimas tienen la posibilidad de refugiarse en el sueño de un premio celestial post mortem, mientras los ateos o agnósticos llegan a esa encrucijada del final de sus vidas, tomando una decisión pensada y evaluada en la absoluta soledad de sus padecimientos, mirando también el de sus familiares y amistades. Cuando murió mi madre (luego de padecer un cáncer que, desde la primera charla con su doctor, sabíamos que era incurable), escribí lo siguiente: “Tu último sufrimiento me termina de convencer de que no hay muerte que sea digna. Que la dignidad se la deja de manifiesto en vida y doy testimonio de que supiste hacerlo maravillosamente bien, porque nunca traicionaste tus raíces y porque nunca olvidaste de dónde venías, ni quién eras”. Esto es, para mí, ser dignos, no cargar con cruces o soportar sufrimientos físicos y morales innecesarios. Respetuosamente.

Javier Ernesto Guardia Bosñak 

Javierucr1970@gmail.com

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