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El Laboratorio Nacional de Investigación de Astronomía Óptica-Infrarroja (NOIRLab) estudió de cerca las primeras señales que emitió el cometa 3I/ATLAS, desde la luz hasta la expulsión de gases en su punto más cercano al Sol. A medida que este cuerpo interestelar se dirige hacia la Tierra a una velocidad de 61 kilómetros por segundo -el doble de la rotación terrestre-, los científicos obtuvieron datos que desmitifican las teorías conspiranoicas sobre un supuesto ataque extraterrestre.
Después de que 3I/ATLAS atravesara su perihelio, momento en que se acercó más al Sol, comenzaron a circular en redes sociales diversas especulaciones. Algunos usuarios interpretaron las anomalías en su velocidad y el cambio de color en su halo como señales de que el objeto podría ser una nave alienígena. Incluso, un teórico de la Universidad de Harvard llegó a sugerir que el cometa sería un “mensaje” de una civilización más avanzada que habría camuflado una sonda para observar -o atacar- la Tierra.
Sin embargo, los especialistas del NOIRLab fueron contundentes: 3I/ATLAS presenta todas las características típicas de un cometa. “Su trayectoria no muestra signos de empujes artificiales ni cambios de rumbo”, afirmaron tras analizar los datos obtenidos por las sondas espaciales y los telescopios de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).
Los astrónomos recordaron que este objeto se considera interestelar porque proviene de una estrella lejana y su dirección es hiperbólica respecto del Sol. En otras palabras, 3I/ATLAS no regresará: se perderá para siempre en el espacio una vez que atraviese nuestro sistema solar.
Una de las observaciones más llamativas fue el cambio en el color de la luz emitida, fenómeno que los científicos atribuyeron a la sublimación de materiales volátiles, como el agua y los gases, al entrar en contacto con las altas temperaturas solares. “Lo que muchos interpretaron como un mensaje extraterrestre no es más que un efecto óptico natural”, explicaron.
Si se tratara de una nave espacial, remarcaron, no se observaría polvo ni la pérdida progresiva de brillo provocada por la evaporación de sus compuestos.
La espectroscopia, una técnica que permite identificar la composición química de los astros mediante la luz que emiten o reflejan, fue clave para confirmar su naturaleza. “Las observaciones del Very Large Telescope (VLT) detectaron moléculas comunes a los cometas del sistema solar”, señaló la revista científica Sky at Night Magazine de la BBC, citando el estudio de NOIRLab.
Los resultados permiten comparar este cuerpo con otros conocidos y así comprender mejor cómo se forman los cometas fuera del sistema solar. Según los datos preliminares, 3I/ATLAS habría nacido hace siete mil millones de años en un sistema solar mucho más antiguo que el nuestro, a miles de millones de kilómetros de distancia. Tras la formación de su estrella principal, fue expulsado hacia el espacio interestelar, iniciando un viaje que hoy, por un breve instante cósmico, lo trae cerca de nosotros.







