Cartas de lectores: ciudadanos de segunda

11 Noviembre 2025

Como confesión inicial debo reconocer mi naturaleza nostálgica, mi gusto por lo clásico y que pertenezco más a la fe del siglo 20, que a los dogmas predominantes en el 21. En este orden de cosas debo manifestar mi malestar, compartido con miles de ciudadanos que nos sentimos que “la sociedad del descarte”, muchas veces se organiza de modo de que no podamos recorrer algunos caminos o visitar ciertos lugares. Es curiosa esta sociedad que teniendo al papel moneda, de curso legal y forzoso, con poder cancelatorio de las obligaciones, según el Código Civil y Comercial, no nos permite pagar con dinero en efectivo en autopistas, estacionamientos de centros comerciales o medios de transporte. Sí o sí, un par de generaciones y algunos sectores sociales, debemos pelear con aplicaciones, códigos QR, tókenes varios y mediados por un instrumento llamado teléfono inteligente, que lejos está de ser barato, de tener señal en todas partes o baterías infinitas. En las cuentas bancarias, luego de aprender un número de cuatro cifras para que el cajero o la computadora nos reconozcan, hemos pasado al código alfanumérico, las preguntas de seguridad y cuando ya sabíamos el nombre de nuestro primer perro, cuántas pulgas tiene y con qué pata se rasca, nos apareció un segundo factor de seguridad que puede ser el iris, la huella digital, una foto del DNI pero tapando el número de trámite (pregunto: ¿Si hay que taparlo por seguridad, para qué lo ponen?). Cuando sus ingresos lo permiten, algunos recurren a hijos, sobrinos, amigos, vecinos o empleados amables, que los ayudan a conseguir entradas a un espectáculo, un turno para la VTV, o una cita por zoom con la doctora, pero no todos tienen esas posibilidades y son también muchos los que en la lid tecnológica aprietan el botón equivocado o son víctimas de ardides de inescrupulosos desconocidos, por no llamarlos “chorros”. Dicho esto, pregunto: ¿No es posible que convivan un tiempo, sistemas analógicos, presenciales o manuales, con los modernos sistemas digitalizados, a distancia y que se basan en el uso de aparatos inteligentes? ¿Por qué el cambio de la inteligencia natural a la inteligencia artificial debe ser compulsivo? ¿No es esto violento, no es excluyente, no atenta contra la libertad y la igualdad que nos merecemos todos? Espero que estas palabras promuevan la responsabilidad social de aquellos que administran servicios públicos y privados, para que todos podamos acceder a ellos mediante los medios que están al alcance de nuestra formación cultural, sin sentirnos ciudadanos de segunda y excluidos de muchos aspectos de la vida social.

Miguel Ángel Reguera   

miguelreguera@yahoo.com.ar

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