El Día de la Tradición se celebra todos los 10 de noviembre en nuestro país, en conmemoración del nacimiento en 1834 del escritor y periodista José Hernández, quien es una de las figuras más representativas de nuestra cultura nacional. A través de su escritura, inmortalizada en el “Martín Fierro” y “La vuelta de Martín Fierro”, describió la vida del gaucho, sus costumbres, experiencias y lenguaje. La obra se editó en 1872 y sus versos cuentan la historia de un personaje inspirado en ese sector de la sociedad conocido como los “gauchos”. La segunda parte fue publicada en 1879. El libro es una vindicación social de su legado. El personaje se mueve dentro y fuera de la ley y es afectado por la modernización del campo y el impacto del contexto histórico en su estilo de vida. En el primer caso están relacionados con la “picardía criolla” para poder sobrevivir. En el segundo tienen una intención de inserción social, donde Fierro aparece reconciliado con ley escrita, mientras que Cruz, al pasar por segunda vez a la ilegalidad, muere en las tolderías, enfermo. La conversión del gaucho matrero en peón de estancia, en asalariado rural. Durante siglos el gaucho se acostumbró a vivir sin horizontes ni ocupación, cuerear vacas sin marcar para comer, recorrer caminos y convivir incluso con los indios mestizando también sus costumbres. Al mismo personaje rebelde e indómito que se negaba a hacerse soldado o peón, el autor le aconseja, por boca del Viejo Vizcacha: “hacete amigo del juez / no le des de qué quejarse / que siempre es bueno tener / un palenque ande ir a rascarse”. El “fierro” debía domesticarse. La liberación de derechos de exportación para las carnes saladas, el cuero, astas, sebo y lanas -frutos ganaderos exportables de entonces entre la época colonial y de la independencia- requería en el establecimiento rural mano de obra y su falta era exasperante. El gaucho, en este cuadro, no dependía del salario para su existencia, ni de la posesión de una parcela de tierra, ni estaba obligado a emplearse en un trabajo permanente para un amo. En palabras de los colonizadores: “los pampas son imposibles de domesticar”. Comenzó la persecución a los gauchos “vagos y mal entretenidos” para convertirlos en mano de obra asalariada. De esta manera los indios, que no reconocían ninguna autoridad, y los gauchos vagabundos, que la burlaban, se vieron cada más amenazados por acciones administrativas y políticas destinadas a reducirlos a la sujeción o a eliminarlos.
Pedro Pablo Verasaluse
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