La derrota en semifinales de la Copa Libertadores frente a Flamengo significó un golpe profundo para Racing y para su entrenador, Gustavo Costas. El equipo había generado una ilusión colectiva fuerte, soñando con volver a competir por la gloria continental, pero quedó a las puertas de la final. El propio técnico, visiblemente afectado, lo expresó al término del partido.
En conferencia de prensa, Costas se mostró emocionalmente quebrado. Dijo que los jugadores habían dejado todo en la cancha y que el apoyo de la gente había sido conmovedor. Señaló que estuvieron muy cerca y que siente haber defraudado a quienes confiaron en él. Sus palabras, entre lágrimas, encendieron de inmediato rumores sobre la posibilidad de que pusiera fin a su ciclo al término de la temporada.
Desde la dirigencia, comandada por Diego Milito, la postura es clara: quieren la continuidad de Costas como líder del proyecto. Sin embargo, el entrenador necesita tiempo para evaluar su propio desgaste, especialmente después de un mes en el que el equipo pasó de pelear todos los frentes a quedar afuera de la Copa Argentina, perder terreno en el Torneo Clausura y, finalmente, quedar eliminado en la Libertadores. La seguidilla de golpes dejó marcas.
Un derrumbe inesperado
El declive comenzó en el clásico frente a Independiente, donde Racing no supo imponerse pese al contexto favorable. Desde entonces, se acumuló una racha negativa que lo dejó fuera de los playoff y complicó su clasificación a la Libertadores 2026 a través de la tabla anual. La caída del rendimiento coincidió con rotaciones, lesiones y la presión emocional del tramo decisivo de la copa.
Lo que viene
Racing aún debe cerrar el Clausura visitando a Central Córdoba en Santiago del Estero, partido que puede resultar clave para recomponer la confianza. La decisión final sobre la continuidad de Costas dependerá de cómo procese el golpe, de su energía para sostener el proyecto y de la reconstrucción emocional que pueda hacer el plantel en las próximas semanas.






