ELECCIONES 2025 / LA GACETA, MARIA JOSE MONTEROS
A las siete y media de la mañana, Candela Romano ya estaba de pie, revisando el DNI, el termo y la vianda que había preparado la noche anterior. “Me levanté nerviosa, no sabía bien qué esperar”, confiesa a LA GACETA. A los 26 años, fue convocada por primera vez como autoridad de mesa y, sin planearlo, le tocó ser parte de un estreno histórico: el de la Boleta Única de Papel (BUP) en Tucumán.
Candela nunca había participado de unos comicios más allá de ir a votar. “Cuando me llegó el e-mail de la Justicia Electoral quería que sea un error", dijo entre risas. “Es una responsabilidad enorme. Además, sabía que iba a ser un día largo”, explicó. Sin embargo, las cosas salieron bien. Desde su mesa de Alderetes, pudo cumplir la función cívica que le habían encomendado y, además, ser testigo de la adaptación de los electores a la BUP. Todo sucedió sin inconvenientes.
Los debuts desde adentro
La escuela donde le tocó cumplir funciones se mantuvo ordenada durante la jornada. Desde temprano, el movimiento fue constante, pero fluido. Candela notó que la dinámica del nuevo sistema hacía que los votantes pasaran rápido: cada votación requirió en promedio entre 50 segundos y un minuto con diez.
El sistema resultó más ágil y práctico que el que existía antes para la renovación de los cargos nacionales. Ni qué decir respecto de los acoples provinciales. No había que reponer boletas ni controlar faltantes, lo que evitó confusiones y discusiones entre los fiscales. “El ambiente fue tranquilo, sin tensiones”, resumió Candela. La mayoría entendió con facilidad cómo marcar la opción preferida, doblar la boleta y depositarla en la urna.
ELECCIONES 2025. Candela Romano, de 26 años, fue autoridad de mesa por primera vez y participó del debut de la Boleta Única de Papel en Tucumán.
Sin embargo, el proceso no resultó igual de sencillo para todos. Los adultos mayores fueron quienes más consultas formularon. Muchos pedían el sobre o preguntaban dónde marcar, costumbre heredada de elecciones anteriores. “Algunos se reían cuando se daban cuenta de que ya no hacía falta el sobre”, contó Candela.
Una jornada sin sobresaltos
La presidenta de mesa destacó el respeto con el que todos se tomaron la votación. “Había ansiedad por el cambio, pero no hubo enojo ni confusión masiva. La gente se mostró curiosa y dispuesta a entender”, relató.
La nueva modalidad también modificó el ambiente general: menos papeles, menos ruido y más calma. “Antes se veían pilas de boletas y corridas de fiscales”, comentó. A medida de que avanzaba el día, la mesa funcionaba como una coreografía precisa: un votante salía y otro ya estaba listo para entrar.
Fue más que una obligación
Candela confesó que nunca se había detenido a pensar todo lo que implicaba unas elecciones. “Uno llega, vota y se va. No imagina lo que hay detrás”, reflexionó.
Desde las ocho de la mañana hasta la noche, el cansancio, inevitable, llegó pero, aún agotada, se fue con una sensación distinta. “Hoy vi de otra manera el sistema electoral y el compromiso que requiere. Estar del otro lado de la urna te cambia la mirada”, afirmó.
El valor de involucrarse
Para Candela, ser autoridad de mesa no fue solo una tarea administrativa, sino una oportunidad para entender el valor de la participación. “A veces pensamos que involucrarse es militar en un partido, pero también lo es cumplir con estas responsabilidades. Es parte de cuidar lo que tenemos”, dijo. También se sorprendió por la cantidad de jóvenes que participaron en distintas funciones: en su escuela, varios colaboraron como fiscales.






