Sexualmente hablando: el arte de la seducción II

Sexualmente hablando: el arte de la seducción II

Robert Greene es un destacado autor y creador de contenido, conocido por explorar las dinámicas del poder, la estrategia y el comportamiento humano. Con una vasta cultura y una mente brillante, ha sido bautizado el “Maquiavelo contemporáneo”.

Entre sus libros -casi todos integraron la lista de bestsellers de New York Times- se destaca “El arte de la seducción”, donde examina las distintas habilidades que conforman esta maestría, tomando ejemplos de personajes históricos. Greene recomienda que identifiquemos y desarrollemos un estilo de seducción acorde con nuestra personalidad y describe nueve “tipos”, entre los cuales figuran:

- La Coqueta: personas con una frescura esencial, misteriosa y un modo autosuficiente, algo narcisista, que fascina a sus “víctimas”. Se destacan por demorar el placer y hacer esperar, generando una mezcla de expectativa y frustración (“histeria”, dirían algunos). Esta alternancia entre afecto y desapego es lo que enciende el deseo (y también produce inseguridad). Las coquetas (y los coquetos) no suelen perseguir, sino que se dejan perseguir e ilusionan con la promesa de una recompensa, llegando a “atrapar” emocionalmente a quienes las admiran. Un ejemplo de este tipo es Josefina Bonaparte, quien cautivó a Napoleón con su estilo impredecible, manteniéndolo obsesionado. Greene también menciona a Andy Warhol, como artista enigmático cuyo sereno desapego lo hacía irresistible para sus muchos de sus admiradores.

- El Encantador: los encantadores quieren complacer y saben hacerlo. Son personas muy agradables y sociales; su seducción radica en no referirse demasiado a sí mismos y en volcar el interés en sus “víctimas” -aprovechando su vanidad e inseguridad-, logrando que se relajen y se abran. Así, conquistan por ser comprensivos y llenar de ponderaciones. Greene advierte que algunas personas tienden a considerar a los encantadores como “escurridizos y engañosos” (en una palabra, sospechan de ellos). Un ejemplo de este tipo de seductor es Benjamin Disraeli, conde de Beaconsfield, quien supo darse cuenta de que la reina Victoria anhelaba la atención de un hombre y utilizó esta debilidad para ganarse su confianza y cercanía en la corte.

- El Carismático: como es sabido, no cualquiera tiene carisma. Es un don, una energía especial que otorga a quien lo posee una inusual confianza en sí mismo. Esas personas que entran a un lugar y acaparan la atención de todos los que están allí... y no decepcionan: son muy elocuentes, verdaderos líderes a quienes la gente espontáneamente quiere seguir. A diferencia de los encantadores, los carismáticos prosperan cuando las cosas se ponen difíciles y así pueden demostrar su audacia, generando admiración. Eva Perón, Juana de Arco, Rasputín y Elvis Presley son algunos de los ejemplos que cita Greene de seductores carismáticos.

- La Estrella: estos personajes parecen sacados de una película, ya que suelen ser los protagonistas de grandes historias y quizás por eso se sitúan siempre por arriba del resto. Como los carismáticos, atraen la atención, pero se mantienen a distancia, intocables. Todo para mantener a sus fanáticos prendados de la ilusión de escapar de la vida cotidiana y huir hacia un mundo de fantasía que ellos tan bien aparentan encarnar. Pero mantenerse brillante no es tarea sencilla: llegado un momento, la gente puede cansarse y pasar a la siguiente estrella emergente. Greene ubica a John F. Kennedy como el arquetipo del “seductor estrella”: carismático, glamoroso, supo cautivar a otros con su aura de celebrity, hasta convertirse en un mito.

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